Los impuestos contra el sobrepeso y la obesidad

Hay un debate abierto sobre salud, obesidad y la elección de alimentos y bebidas. En este blog le damos espacio a diferentes voces y recogemos diferentes opiniones.

Desde que el Congreso Mexicano aprobó en octubre de 2013 el Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios (IEPS) a los refrescos y bebidas azucaradas de $1 peso mexicano por litro, se ha generado un amplio debate entre la industria refresquera y las organizaciones sociales, académicos y legisladores que apoyan la medida, acerca de su efectividad en la disminución del consumo de estos productos y de la obesidad.

Recordemos que en México, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) de 2012, siete de cada diez adultos y uno de cada tres niños padecen sobrepeso u obesidad, uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de Enfermedades Crónicas no Transmisibles (ENT), como la diabetes y enfermedades cardiovasculares. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2014, la diabetes se había convertido en la segunda causa de muerte en México, con más de 94 mil muertes al año.

El impacto económico generado por la obesidad y la diabetes resulta de gran magnitud, lo que requiere de acciones y políticas de gran impacto para contener o reducir el gasto generado por la atención de estas enfermedades y sus complicaciones, así como el costo indirecto por pérdida de productividad o muerte prematura. La Federación Internacional de Diabetes señala que la región de América del Norte y el Caribe incurre en gastos anuales por más de 214 mil millones de dólares, lo que en 2010 representó cerca del 57% del gasto total en diabetes a nivel mundial.

Cabe mencionar que el aumento en la prevalencia de la obesidad, está asociado a la adopción de hábitos alimentarios deficientes y poco saludables por parte de la población, como es el consumo de refrescos y bebidas azucaradas. Estas bebidas tienen un impacto negativo en la salud, ya que tomar una sola bebida azucarada al día aumenta en 27% la probabilidad de obesidad en los adultos y en 55% en los niños. Se estima que el consumo de estos productos ocasiona 24 mil 100 muertes prematuras cada año en México y un total de 184 mil a nivel mundial.

Frente a esta problemática, las medidas fiscales surgen como unas de las herramientas más eficientes para disminuir el consumo de bebidas que dañan la salud, y que si bien deben formar parte de una agenda integral de políticas en materia de prevención, en México han demostrado ser indispensables en el combate a la obesidad.

Recientemente se han dado a conocer diversos estudios que cuentan con financiamiento del sector empresarial y que señalan que el impuesto no funciona, o funciona poco, pero lo cierto es que el único estudio publicado en una revista científica, el British Medical Journal, y que cuenta con revisión de un panel de expertos internacionales, es aquel realizado por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) junto con la Universidad de Carolina del Norte en los EEUU.

Dicho estudio demuestra que en 2014 (primer año de implementación) el gravamen de $1 peso mexicano por litro redujo el consumo de las bebidas con impuesto en un promedio de 6% y aumentó aquel del agua en 4%. La investigación incluso enfatiza un beneficio mayor en el tercio de población con menores ingresos, donde el consumo disminuyó 9% en promedio, siendo este sector el que más se ve afectado por el gasto ocasionado por las ENT y sus complicaciones.

Adicionalmente, para 2015 el INSP realizó un análisis de la disminución en consumo basándose en la metodología de un estudio financiado por el sector privado, observando una disminución promedio de 8%. Como se puede leer, los datos se van acumulando y demostrando que el impuesto a los refrescos y bebidas azucaradas de $1 peso por litro en México ha sido exitoso en reducir su consumo.

¿Cuáles son los siguientes pasos?

Atender las recomendaciones internacionales que señalan que un gravamen de este tipo debe ser de por lo menos 20%. Es decir, si $1 peso por litro representa un 10%, entonces es necesario aumentarlo a $2 pesos, buscando disminuir aún más el consumo, pero también generar mayores recursos económicos que deben destinarse a la prevención de la obesidad y a aumentar el acceso y el consumo de agua potable en zonas rurales, espacios públicos y escuelas.

El caso de México ya es ejemplo a nivel internacional, por lo que en enero de 2016, la Organización Mundial de la Salud (OMS), a través de su Comisión para terminar con la Obesidad Infantil, emitió una serie de recomendaciones de prevención, destacando a las medidas fiscales como políticas efectivas para desincentivar el consumo de bebidas azucaradas y tomando en cuenta el ejemplo de México. Incluso, diversos países como Chile, Reino Unido, Colombia, Sudáfrica, India, algunas islas del Caribe, así como ciudades en Estados Unidos (Berkeley y Filadelfia), están buscando replicar este éxito.

Acerca del Autor
Con unos 40 años de experiencia en el ámbito de las comunicaciones especializadas, ampliamente relacionado a los sectores de la Salud, Seguros, seguridad y pensiones en R.D.

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