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Seguros privados de salud quieren un Estado rector que no sea actor del negocio
Escrito el 08 nov 2018
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SANTO DOMINGO, República Dominicana.- El titular de la Asociación Latinoamericana de Medicina Integral (ALAMI) remarcó que en la actualidad, cuando la salud requiere más que nunca de los medicamentos y de los equipos fruto del avance tecnológico, se necesita de un Estado que negocie con los representantes de los monopolios para que la ciudadanía pueda tener acceso a ellos o para que impida que una persona enferma sea usada como conejillo de indias para evaluar determinada técnica o medicina.
“No hay peor cosa que un paciente que está desvalido sea usado muchas veces como ariete (en el fútbol el jugador ariete está llamado a convertir goles) para la incorporación de tecnologías o prestaciones que no tienen evidencia científica y que son regularmente muy costosas. Ahí donde digo yo (se necesita) un Estado que intervenga en representación de los ciudadanos para que estos reciban el mejor servicio”, declaró Magonza quien asistió en la capital de la República Dominicana a un Congreso de ALAMI.
“Uno tiene que propender a que el modelo sea muy eficiente”, independientemente de que la administración del modelo sea pública o privada.
“Si hay un hospital público bueno esto será un factor de estímulo para que del sector privado también provenga lo mejor”, porque, en definitiva, remarcó, “la competencia eleva el nivel de la calidad” y esta beneficia el usuario que, además, tiene la opción de “elegir libremente” al médico y al hospital de su confianza.
En el caso de los seguros médicos, dijo que los gobiernos están “para decidir qué (prestaciones asistenciales) se incorporan dentro de las coberturas, pero, además, cómo financiarlas”, según cuánto hayan costado, por ejemplo, las medicinas y los equipos médicos ofertados.
Los representantes del Estado, “sentándose a negociar los precios con quienes son los vendedores de la tecnología”, se impondrán a estos monopolios y lograrán las mejores condiciones para los asegurados, remarcó Magonza.
“Entonces le dirán (a esos vendedores): ‘su tecnología, que sirve solamente para esto y que tiene una calidad relativa en esto, yo no la puedo pagar más de tanto’.
El comportamiento monopólico se verá así “contrarrestado con el comportamiento del Estado que, en representación de toda la sociedad (logrará condiciones beneficiosas para) el financiamiento público, el privado y el de la seguridad social” y, por ende, sostuvo, se podrán adquirir y en mejores condiciones esos medicamentos y equipos.
Sobre el encarecimiento de las pólizas de seguros, Magonza reveló que, “en este momento”, se está discutiendo en algunos países de la región “la posibilidad de liberar planes de coberturas parciales y planes copagados, para que la gente no tenga que comprar el plan integral”.
Esto no quiere decir, aclaró, que un particular no pueda “complementar la cobertura del sistema privado o de la seguridad social con el del sistema público”.
Al respecto, diferenció entre copagos y franquicias (deducibles): ”la franquicia es para ponerle un monto a una prestación; por ejemplo, si usted va a tener un gasto médico de cien mil dólares, la franquicia, que es un modelo aseguraticio, le cubrirá a partir de diez mil dólares. El copago no; el copago es un pago pequeño que usted hace por cada una de las prestaciones”.
Tras calcular que no más del 2% de la población mundial tiene la capacidad financiera para pagar de su bolsillo la salud propia, y la de sus allegados, Magonza recordó que todos los demás “dependemos de la solidaridad entre nosotros”.
Si se requiere de un tratamiento que cueste entre medio millón y un millón de dólares por año, tomando en cuenta que algunos medicamentos que tratan la leucemia con muy buenos resultados cuestan alrededor de 480 mil dólares, “la única manera de recibirlo será a través de un sistema solidario”.
Este será el de la seguridad social, o el sistema de la cobertura médica del sistema privado, que en este caso sería la medicina prepagada, o el Estado “con algún modelo seguraticio”, explicó.
Ahora, para que la solidaridad entre nosotros sea eficiente, prosiguió Magonza, “tenemos que tener muy claro qué vamos a poner en la canasta prestacional”.
“No podemos permitir que la canasta de prestación se complemente con servicios que no son útiles, o que tienen baja utilidad, porque si es así todos vamos a pagar cada día más caro” por las pólizas de seguro y no habrá equlibrio.
La idea es lograr “una canasta prestacional balanceada”, y a la vez perdurable, para lo cual hay que ir progresivamente “corrigiendo los problemas que tiene ese equilibrio y de ahí surge el copagar prestaciones”.
El copago en las etapas primarias o de gastos menores, gastos de bolsillo, se requiere debido a que “hay un crecimiento exponencial de esas prestaciones” que, en el caso de Argentina, el país de Magonza, se han multiplicado por tres.
Hace algunos años atrás, reveló, el número de consultas por afiliado por año en Argentina era de tres por año y ahora son casi nueve.
“Entonces, si uno le agrega un copago, que es una cifra de dinero menor, hace que se cofinancie la prestación médica y, además, que se autorregule porque la gente empieza a ir al médico solo si realmente lo necesita”, manifestó.
Alertó al respecto sobre algo que calificó “muy importante”: que los copagos no alcancen a las prestaciones “cuando una persona está verdaderamente enferma”.
De lo contario, alertó, ese enfermo será “expulsado” del sistema de salud, con lo cual, por un lado, la enfermedad avanzará y, por otro, lo hará el costo de la atención posterior, “porque finalmente alguien atenderá a esa persona verdaderamente enferma”. Todo será más caro y con resultados mucho menos eficientes, “porque se llegará tarde al tratamiento” médico.
Es decir, esta una de las herramientas para facilitar la contención del costo, “pero vuelvo a repetir -subrayó- que hay que tener mucho cuidado que estos copagos no limiten el acceso (a la salud), porque si lo hacen y expulsan a la gente del sistema sanitario estaremos logrando el objetivo inverso” deseado.
¿Es posible reducir el gasto farmacéutico y en tecnología sin comprometer la calidad asistencial?
Sobre la calidad del servicio de la salud destaca en la actualidad la discusión internacional en torno al gasto en tecnología y en farmacia. En la mayoría de nuestros países, ambos rubros siguen incrementándose de una manera no proporcional a la salud producida.
De esta manera, se está poniendo en grave riesgo no solo la sostenibilidad económica del sistema de salud sino también a los enfermos.
En España, por ejemplo, recientes congresos sobre el tema han concluido en que entre las razones de ese incremento destaca un modelo de innovación biomédica contrario a la sostenibilidad, la cooperación y la ciencia independiente. Es un modelo impuesto por las multinacionales farmacéuticas y por las multinacionales de las tecnologías.
Uno de estos congresos, el de la FADSP (Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública), emitió a finales de octubre un completo diagnóstico sobre el tema. Adjunto:
FADSP Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública OCT 2018
La hegemonía de la financiación privada, el monopolio comercial y las estrategias de extensión de patentes (evergreening), la investigación en cerrado, el marketing como instrumento de ventas (en lugar de que sean las ventajas objetivas de los productos) y la necesidad de retornos en el corto plazo (que favorecen estrategias especulativas, agresivas conspiraciones y acuerdos en la sombra y una elevada prevalencia de delitos corporativos), han sido identificadas en ese modelo.
Asimismo, un control casi absoluto por parte de la industria farmacéutica y de la industria de tecnologías de todas las fases de la cadena del conocimiento biomédico, ya sea en la generación (ensayos clínicos, estudios de seguridad y costo-efectividad, meta-análisis) como en la aplicación (intervenciones promocionales que influyen en prescriptores y en la percepción de los ciudadanos acerca de la utilidad de los nuevos medicamentos y tecnologías).
Incluso en la difusión de síntesis, con las Guías de Práctica Clínica o publicaciones en revistas científicas, además de textos para la formación especializada.
“No hay peor cosa que un paciente que está desvalido sea usado muchas veces como ariete (en el fútbol el jugador ariete está llamado a convertir goles) para la incorporación de tecnologías o prestaciones que no tienen evidencia científica y que son regularmente muy costosas. Ahí donde digo yo (se necesita) un Estado que intervenga en representación de los ciudadanos para que estos reciban el mejor servicio”, declaró Magonza quien asistió en la capital de la República Dominicana a un Congreso de ALAMI.
“Uno tiene que propender a que el modelo sea muy eficiente”, independientemente de que la administración del modelo sea pública o privada.
“Si hay un hospital público bueno esto será un factor de estímulo para que del sector privado también provenga lo mejor”, porque, en definitiva, remarcó, “la competencia eleva el nivel de la calidad” y esta beneficia el usuario que, además, tiene la opción de “elegir libremente” al médico y al hospital de su confianza.
En el caso de los seguros médicos, dijo que los gobiernos están “para decidir qué (prestaciones asistenciales) se incorporan dentro de las coberturas, pero, además, cómo financiarlas”, según cuánto hayan costado, por ejemplo, las medicinas y los equipos médicos ofertados.
Los representantes del Estado, “sentándose a negociar los precios con quienes son los vendedores de la tecnología”, se impondrán a estos monopolios y lograrán las mejores condiciones para los asegurados, remarcó Magonza.
“Entonces le dirán (a esos vendedores): ‘su tecnología, que sirve solamente para esto y que tiene una calidad relativa en esto, yo no la puedo pagar más de tanto’.
El comportamiento monopólico se verá así “contrarrestado con el comportamiento del Estado que, en representación de toda la sociedad (logrará condiciones beneficiosas para) el financiamiento público, el privado y el de la seguridad social” y, por ende, sostuvo, se podrán adquirir y en mejores condiciones esos medicamentos y equipos.
Sobre el encarecimiento de las pólizas de seguros, Magonza reveló que, “en este momento”, se está discutiendo en algunos países de la región “la posibilidad de liberar planes de coberturas parciales y planes copagados, para que la gente no tenga que comprar el plan integral”.
Esto no quiere decir, aclaró, que un particular no pueda “complementar la cobertura del sistema privado o de la seguridad social con el del sistema público”.
Al respecto, diferenció entre copagos y franquicias (deducibles): ”la franquicia es para ponerle un monto a una prestación; por ejemplo, si usted va a tener un gasto médico de cien mil dólares, la franquicia, que es un modelo aseguraticio, le cubrirá a partir de diez mil dólares. El copago no; el copago es un pago pequeño que usted hace por cada una de las prestaciones”.
Tras calcular que no más del 2% de la población mundial tiene la capacidad financiera para pagar de su bolsillo la salud propia, y la de sus allegados, Magonza recordó que todos los demás “dependemos de la solidaridad entre nosotros”.
Si se requiere de un tratamiento que cueste entre medio millón y un millón de dólares por año, tomando en cuenta que algunos medicamentos que tratan la leucemia con muy buenos resultados cuestan alrededor de 480 mil dólares, “la única manera de recibirlo será a través de un sistema solidario”.
Este será el de la seguridad social, o el sistema de la cobertura médica del sistema privado, que en este caso sería la medicina prepagada, o el Estado “con algún modelo seguraticio”, explicó.
Ahora, para que la solidaridad entre nosotros sea eficiente, prosiguió Magonza, “tenemos que tener muy claro qué vamos a poner en la canasta prestacional”.
“No podemos permitir que la canasta de prestación se complemente con servicios que no son útiles, o que tienen baja utilidad, porque si es así todos vamos a pagar cada día más caro” por las pólizas de seguro y no habrá equlibrio.
La idea es lograr “una canasta prestacional balanceada”, y a la vez perdurable, para lo cual hay que ir progresivamente “corrigiendo los problemas que tiene ese equilibrio y de ahí surge el copagar prestaciones”.
El copago en las etapas primarias o de gastos menores, gastos de bolsillo, se requiere debido a que “hay un crecimiento exponencial de esas prestaciones” que, en el caso de Argentina, el país de Magonza, se han multiplicado por tres.
Hace algunos años atrás, reveló, el número de consultas por afiliado por año en Argentina era de tres por año y ahora son casi nueve.
“Entonces, si uno le agrega un copago, que es una cifra de dinero menor, hace que se cofinancie la prestación médica y, además, que se autorregule porque la gente empieza a ir al médico solo si realmente lo necesita”, manifestó.
Alertó al respecto sobre algo que calificó “muy importante”: que los copagos no alcancen a las prestaciones “cuando una persona está verdaderamente enferma”.
De lo contario, alertó, ese enfermo será “expulsado” del sistema de salud, con lo cual, por un lado, la enfermedad avanzará y, por otro, lo hará el costo de la atención posterior, “porque finalmente alguien atenderá a esa persona verdaderamente enferma”. Todo será más caro y con resultados mucho menos eficientes, “porque se llegará tarde al tratamiento” médico.
Es decir, esta una de las herramientas para facilitar la contención del costo, “pero vuelvo a repetir -subrayó- que hay que tener mucho cuidado que estos copagos no limiten el acceso (a la salud), porque si lo hacen y expulsan a la gente del sistema sanitario estaremos logrando el objetivo inverso” deseado.
¿Es posible reducir el gasto farmacéutico y en tecnología sin comprometer la calidad asistencial?
Sobre la calidad del servicio de la salud destaca en la actualidad la discusión internacional en torno al gasto en tecnología y en farmacia. En la mayoría de nuestros países, ambos rubros siguen incrementándose de una manera no proporcional a la salud producida.
De esta manera, se está poniendo en grave riesgo no solo la sostenibilidad económica del sistema de salud sino también a los enfermos.
En España, por ejemplo, recientes congresos sobre el tema han concluido en que entre las razones de ese incremento destaca un modelo de innovación biomédica contrario a la sostenibilidad, la cooperación y la ciencia independiente. Es un modelo impuesto por las multinacionales farmacéuticas y por las multinacionales de las tecnologías.
Uno de estos congresos, el de la FADSP (Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública), emitió a finales de octubre un completo diagnóstico sobre el tema. Adjunto:
FADSP Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública OCT 2018
La hegemonía de la financiación privada, el monopolio comercial y las estrategias de extensión de patentes (evergreening), la investigación en cerrado, el marketing como instrumento de ventas (en lugar de que sean las ventajas objetivas de los productos) y la necesidad de retornos en el corto plazo (que favorecen estrategias especulativas, agresivas conspiraciones y acuerdos en la sombra y una elevada prevalencia de delitos corporativos), han sido identificadas en ese modelo.
Asimismo, un control casi absoluto por parte de la industria farmacéutica y de la industria de tecnologías de todas las fases de la cadena del conocimiento biomédico, ya sea en la generación (ensayos clínicos, estudios de seguridad y costo-efectividad, meta-análisis) como en la aplicación (intervenciones promocionales que influyen en prescriptores y en la percepción de los ciudadanos acerca de la utilidad de los nuevos medicamentos y tecnologías).
Incluso en la difusión de síntesis, con las Guías de Práctica Clínica o publicaciones en revistas científicas, además de textos para la formación especializada.