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Salud Preventiva: ¿Adherencia terapéutica o solo cumplimiento?
Escrito el 19 dic 2017
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Desde la época de Hipócrates, el tema de la no adherencia terapéutica ha sido uno de los principales obstáculos para el éxito de un plan terapéutico, dado que el apego o no a la prescripción de un tratamiento, régimen alimentario o práctica de ejercicios físicos forma parte del comportamiento humano y depende, entre otras cosas, de lo comprometido que esté el individuo con su salud y del grado de responsabilidad para el mantenimiento de la misma.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) la define como “el grado en que el comportamiento de una persona (tomar el medicamento, seguir un régimen alimentario y ejecutar cambios del estilo de vida) se corresponde con las recomendaciones acordadas con un prestador de asistencia sanitaria”. Sin embargo, es oportuno diferenciar el término “adherencia” y “cumplimiento”, puesto que en la primera se requiere la aprobación y participación del paciente en el proceso de elaboración de las recomendaciones, convirtiéndose los pacientes en “socios activos” de la personal salud en el proceso de la atención, considerando que una comunicación interactiva entre ambos conduce a lograr mejores niveles de adhesión. Crea además un vínculo estrecho entre el paciente y el personal de salud, generando una colaboración unificada para el seguimiento de las recomendaciones y mejoría de la condición de salud.
En este modelo, la aceptación del paciente se basa en la confianza y en que el acuerdo es parte del proceso, tomando como resultado una decisión auto motivada de abrazar sus indicaciones. En el caso del cumplimiento, el paciente asume una actitud pasiva donde sencillamente hace lo que se le prescribe como resultado de la presión de su entorno (pareja, hijos, otros), asumiendo una actitud involuntaria de pasividad, sumisión o conformidad para evitar ser tildado de rebelde o incumplidor. En este tipo de abordaje los puntos de vista del paciente no interactúan con los del profesional o se les considera un obstáculo para apropiarse del tratamiento.
En el 2012, la OMS refirió que en los países desarrollados la adherencia terapéutica en enfermedades crónicas era del 50 % y que después de seis meses de haber comenzado un tratamiento, entre 30 y 80 % de los pacientes dejan de tomar la medicación. En Estados Unidos, sólo el 51 % de los pacientes tratados por hipertensión arterial se adhieren al tratamiento ordenado, los que tienen tratamiento antidepresivo en un 40 y 70 %, solo el 43 % los pacientes con asma toman su medicación según lo prescrito y un 28 % emplea la medicación preventiva prescrita.
En el tratamiento de la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana, la adherencia a los agentes antirretrovirales varía entre el 37 y el 83 %. La tasa más alta de adherencia se da con los tratamientos que actúan directamente sobre los síntomas de la enfermedad (analgésicos, antiinflamatorios, etc.) y especialmente en los cuadros clínicos de comienzo agudo. Por el contrario, los niveles más bajos de adherencia corresponden a enfermedades crónicas que no producen síntomas o que no plantean un riesgo grave, sino que implican cambios en el estilo de vida.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) la define como “el grado en que el comportamiento de una persona (tomar el medicamento, seguir un régimen alimentario y ejecutar cambios del estilo de vida) se corresponde con las recomendaciones acordadas con un prestador de asistencia sanitaria”. Sin embargo, es oportuno diferenciar el término “adherencia” y “cumplimiento”, puesto que en la primera se requiere la aprobación y participación del paciente en el proceso de elaboración de las recomendaciones, convirtiéndose los pacientes en “socios activos” de la personal salud en el proceso de la atención, considerando que una comunicación interactiva entre ambos conduce a lograr mejores niveles de adhesión. Crea además un vínculo estrecho entre el paciente y el personal de salud, generando una colaboración unificada para el seguimiento de las recomendaciones y mejoría de la condición de salud.
En este modelo, la aceptación del paciente se basa en la confianza y en que el acuerdo es parte del proceso, tomando como resultado una decisión auto motivada de abrazar sus indicaciones. En el caso del cumplimiento, el paciente asume una actitud pasiva donde sencillamente hace lo que se le prescribe como resultado de la presión de su entorno (pareja, hijos, otros), asumiendo una actitud involuntaria de pasividad, sumisión o conformidad para evitar ser tildado de rebelde o incumplidor. En este tipo de abordaje los puntos de vista del paciente no interactúan con los del profesional o se les considera un obstáculo para apropiarse del tratamiento.
En el 2012, la OMS refirió que en los países desarrollados la adherencia terapéutica en enfermedades crónicas era del 50 % y que después de seis meses de haber comenzado un tratamiento, entre 30 y 80 % de los pacientes dejan de tomar la medicación. En Estados Unidos, sólo el 51 % de los pacientes tratados por hipertensión arterial se adhieren al tratamiento ordenado, los que tienen tratamiento antidepresivo en un 40 y 70 %, solo el 43 % los pacientes con asma toman su medicación según lo prescrito y un 28 % emplea la medicación preventiva prescrita.
En el tratamiento de la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana, la adherencia a los agentes antirretrovirales varía entre el 37 y el 83 %. La tasa más alta de adherencia se da con los tratamientos que actúan directamente sobre los síntomas de la enfermedad (analgésicos, antiinflamatorios, etc.) y especialmente en los cuadros clínicos de comienzo agudo. Por el contrario, los niveles más bajos de adherencia corresponden a enfermedades crónicas que no producen síntomas o que no plantean un riesgo grave, sino que implican cambios en el estilo de vida.