ARTÍCULO: Ucrania, los cosacos renacen

Por: Dr. Oscar Müller Creel

En una época en lo que ahora es Rusia, la mayoría de la gente era campesina y vivía bajo un sistema agrícola en el que la posesión de la tierra era privilegio de los grandes señores y los campesinos estaban sometidos a una servidumbre que les obligaba a labrar y cosechar en las tierras del amo, sin tener siquiera el derecho de trasladarse a otro lugar en la estepas del sur surgían grupos de temibles guerreros a los que se les denominaba Kasak, que en la lengua eslava significa “hombres libres”, que durante siglos han luchado por preservar su libertad y fueron temidos y respetados tanto por los Zares como por los Sultanes del imperio otomano.

Cuando en principios del siglo XVI un gran señor ruso pidió al Sultán de Estambul controlara a los cosacos, este le contestó: “Los cosacos no me han jurado lealtad y viven conforma a ellos les place”.

Estos son los antepasados de los hombres que ahora pueblan el territorio de lo que conocemos como Ucrania y a ellos se están enfrentado los rusos al invadir esa nación.

Las imágenes de satélite nos presentan una larga columna, 64 kilómetros dicen las noticias, de tanques y vehículos militares rusos, detenidos y una buena parte destruidos, lo que nos indica la falta de estrategia del ejército ruso y la agudeza de los ucranianos para resolver situaciones de inferioridad, a través de tácticas insospechadas para el enemigo.

Los expertos en el tema mencionan que la principal falla de los rusos fue creer que podrían terminar la invasión de ucrania en unas cuantas semanas, subestimando la voluntad de los descendientes de los cosacos para resistir y defender su país.

Se comenta que desde que Rusia empezó a instalar tropas en la frontera, los ucranianos ya veían venir la invasión y se prepararon para dificultar al enemigo su desplazamiento y, cuando empezó el avance, destruyeron sus propias líneas férreas, privando al enemigo de esa posibilidad de transporte.

Lo anterior obligó a las tropas invasoras a desplazarse por tierra, las tropas de Ucrania permitieron que avanzaran y cuando ya estaban lejos de la frontera, demolieron un puente que quedó atrás del convoy al mismo tiempo que destruyeron otro puente frente a este, así la columna rusa se encontró detenida entre dos caudalosos ríos que no podía cruzar y rodeada de terrenos pantanosos que imposibilitan el movimiento los vehículos pesados que componen el convoy.

Mencionan los expertos que lo siguiente que hicieron los ucranianos, fue atacar la columna, enfocándose en los transportes de suministro, principalmente de combustible, imposibilitando el movimiento de los vehículos bélicos hacia cualquier otra dirección.

Los comandos rusos, en territorio de conflicto, se comunicaban entre sí y con los superiores en Moscú, a través de sofisticados sistemas de comunicación encriptados y vía satélite. Los ucranianos, con ayuda de tecnología de un aliado extranjero, lograron desestabilizar esas comunicaciones, lo que obligó a los mandos enemigos a utilizar sistemas comunes de comunicación, como telefonía celular y ondas de radio.

De esa manera los cosacos lograron interceptar los sistemas de comunicación y ubicar territorialmente las altas esferas del enemigo, para luego atacarles y dejar al ejército ruso sin comandos, creando el caos en una tropa que, de por sí, ya estaba desmoralizada.

Cualquier guerra es algo indeseable, pero desgraciadamente es tan común al ser humano que en ocasiones se pierde la fe en nuestra especie.

Los recientes hallazgos de cuerpos de civiles masacrados en Busha, luego que las tropas rusas se retiraran, es solo una muestra de lo que es capaz el ser humano cuando se deja llevar por la sed de sangre.

La historia de la humanidad se narra por sus guerras, mas que por los avances de sus civilizaciones y estas han crecido a costas de los más débiles, en una continua orgía de sangre, saqueos, violaciones y torturas, que son provocadas por dirigentes sin escrúpulos, capaces de cualquier cosa con tal de acrecentar su poder, territorio y riqueza.

Triste lo que está pasando en Europa del Este y el resto del mundo nos hemos puesto del lado del débil por un sentimiento de solidaridad, pero no razonamos sobre el riesgo que esta guerra implica para toda la humanidad.

Como lo comentaré en mi próxima aportación, estamos pendientes de un delgado hilo para que el conflicto se vuelva nuclear y las consecuencias para la especie humana pueden ser terribles.






Oscar Müller Creel

Oscar Müller Creel





Acerca del Autor
Con unos 40 años de experiencia en el ámbito de las comunicaciones especializadas, ampliamente relacionado a los sectores de la Salud, Seguros, seguridad y pensiones en R.D.

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