Los países pobres son los más afectados por la pandemia

Escrito el 10 feb 2021
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Un año atrás, antes de que se desencadenara la pandemia de COVID-19 (coronavirus), yo observaba con optimismo las tendencias registradas en la pobreza mundial: las tasas de pobreza extrema venían en firme retroceso (PDF) desde hacía más de dos décadas. Si bien los países más pobres todavía debían afrontar desafíos considerables como el de la deuda, la trayectoria positiva de la lucha contra la pobreza permitía abrigar grandes esperanzas de alcanzar un futuro mejor, futuro que aún creo posible.

En apenas un año, la COVID-19 ha afectado a los países pobres y vulnerables en mayor medida que a los demás, lo que ha puesto en peligro décadas de avances logrados con mucho esfuerzo y ha agravado las desigualdades existentes en los países más pobres que reciben los servicios de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), organismo del Banco Mundial. Por este motivo, a medida que la pandemia se propagaba, la AIF redobló sus esfuerzos incrementando rápida y sustancialmente el financiamiento para sus 74 países clientes y adelantando casi la mitad de los USD 82 000 millones de la decimonovena reposición de los recursos de la AIF (AIF-19).

Desafortunadamente, en muchos de esos países nuestros esfuerzos no bastan para enfrentar las constantes presiones económicas vinculadas con la COVID-19. Según el informe Perspectivas de la Economía Mundial, publicado por el Fondo Monetario Internacional (FMI), se proyecta que, para fines de 2021, las necesidades de financiamiento externo de esos países clientes de la AIF habrán aumentado hasta llegar al 3 % del PIB, lo que representará más de USD 67 000 millones por encima del promedio histórico de los últimos cinco años.

Si bien las alentadoras noticias sobre las vacunas (i) nos traen esperanza en este nuevo año, la AIF sigue trabajando con sus asociados para responder a la crisis de salud pública y la crisis económica provocadas por la pandemia. Los proyectos que la AIF está financiando en los distintos sectores y regiones (i) están mejorando la situación, pero no bastan.

He aquí cinco factores que están cobrando importancia rápidamente y deben considerarse en el camino hacia el objetivo común y urgente de lograr una recuperación con resiliencia.

Muchos millones más de personas pobres necesitarán ayuda. Se pronostica actualmente que la cantidad de nuevos pobres surgidos como consecuencia de la pandemia de COVID-19 en 2020 se situará entre los 119 y 124 millones. Y muchos de los países clientes de la AIF se cuentan entre los más perjudicados del mundo en desarrollo. Sufren mayores pérdidas de empleos e ingresos, les cuesta mucho más tener acceso a los servicios sociales críticos y padecen un aumento de la violencia de género. Las mujeres y las personas con discapacidad experimentan en forma desproporcionada estos efectos. Debemos reforzar nuestros esfuerzos para alcanzar las metas de 2030 relativas a la reducción de la pobreza extrema.
SOLUCIONES EN MARCHA: La AIF continúa aumentando el financiamiento que presta a sus países clientes para que estos puedan responder de manera sostenible a la COVID-19 y, al mismo tiempo, iniciar una recuperación más ecológica, más inclusiva y resiliente con miras a alcanzar sus respectivos objetivos de desarrollo a largo plazo. Por ejemplo, mediante el Proyecto de Rendición de Cuentas por los Resultados del Aprendizaje en Ghana (i), entre muchos otros que se han ampliado en respuesta a la COVID-19, se está mejorando el acceso y el aprendizaje de los niños con discapacidad. El Proyecto de Empoderamiento y Dividendo Demográfico de la Mujer en el Sahel (i) se centra en las adolescentes y sus comunidades en países que atraviesan situaciones de vulnerabilidad o fragilidad, o corren riesgo de sufrir violencia.

 

Se está desarrollando una crisis alimentaria (i) que exige nuestra atención inmediata. Según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), debido a la COVID-19, 96 millones de personas sufrirían inseguridad alimentaria aguda para fines de 2020 en países clientes de la AIF. Las zonas que corren más riesgo de padecer esta crisis en los próximos 12 meses están concentradas en Afganistán, Burkina Faso, la República Democrática del Congo, Etiopía, Haití, Níger, Nigeria, Somalia, Sudán del Sur, Sudán, Yemen y Zimbabwe. Estas cifras también incidirán en los resultados en materia de desarrollo y nutrición del capital humano que los países más pobres del mundo obtendrán en los próximos años.
SOLUCIONES EN MARCHA: La AIF ha comprometido USD 5300 millones en financiamiento nuevo para abordar la seguridad alimentaria hasta fines de marzo de 2021. Y puede hacer mucho más si se ofrecen cantidades importantes de recursos adicionales. A fin de atender las necesidades inmediatas en la esfera de la seguridad alimentaria se ampliaron los programas de protección social, se mantuvo la circulación de alimentos, se distribuyeron alimentos y se mejoró el acceso a ellos, se protegieron los empleos y los medios de subsistencia, y se prestó apoyo a la agroindustria y a los pequeños empresarios.

 

Los países con elevado riesgo de sobreendeudamiento externo están enfrentando un desafío complejo. En 2020 era necesario intensificar el apoyo y los estímulos fiscales para responder a la pandemia. Sin embargo, en los países clientes de la AIF los déficits fiscales primarios se incrementaron considerablemente. Cuando una mayor vulnerabilidad derivada de la deuda también implica un mayor riesgo de reclasificación en una categoría inferior relativa al sobreendeudamiento, mantener el volumen de donaciones a estos países adquiere importancia crítica.
SOLUCIONES EN MARCHA: La AIF contribuye a proporcionar grandes flujos positivos netos a los países y las poblaciones más pobres y frágiles. El Banco Mundial y el FMI trabajaron con los países del Grupo de los Veinte (G-20) para establecer la Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda, que está ayudando a los países a concentrar sus recursos en la protección de la vida y los medios de subsistencia de millones de personas que son las más vulnerables. Desde su entrada en vigor en mayo de 2020, a través de la iniciativa se ha proporcionado un alivio de cerca de USD 5000 millones a más de 40 países elegibles, todos los cuales, excepto uno, reúnen los requisitos para recibir ayuda de la AIF. Asimismo, nuestra Política Financiera para el Desarrollo Sostenible (i) está incentivando a los países en condiciones de obtener asistencia de la AIF a avanzar hacia formas de financiamiento más transparentes y sostenibles.

 

La COVID-19 ha reducido el crecimiento de los Estados pequeños hasta en un 24 %. Varios factores pueden explicar el efecto devastador registrado en esos Estados, como la disminución de los ingresos tributarios y las remesas; los desastres naturales que agravan los efectos de la pandemia, y el desplome de la actividad turística. Por ejemplo, en las economías insulares dependientes del turismo, como las de Santa Lucía y Maldivas, el producto total se está contrayendo en un 17 % y un 19 %, respectivamente. Mientras tanto, las situaciones de fragilidad y conflicto se tornan cada vez más difíciles, ya que aumenta el riesgo de que trasciendan las fronteras. Más aún, se prevé que, si la comunidad internacional no actúa rápidamente, la crisis en curso empujará a la pobreza extrema, en 2021, a otros 17 millones a 26 millones de personas que atraviesan situaciones de fragilidad y conflicto.
SOLUCIONES EN MARCHA: La AIF continúa utilizando tanto su Sistema de Asignaciones Basadas en el Desempeño (i) —encaminado a garantizar que los recursos beneficien a todos los países de conformidad con las respectivas necesidades y desempeño— y sus servicios de asignación, tales como el Mecanismo de Respuesta a las Crisis (i), para ayudar específicamente a los países a afrontar crisis graves, como fue el caso de la crisis financiera mundial de fines de los años 2000 y la epidemia de ébola que azotó África occidental en 2014 y 2015 . Si bien la crisis de la COVID-19 es más amplia y profunda, los mecanismos concebidos para aumentar la escala del respaldo se basan en la experiencia recogida en crisis anteriores.

 

En última instancia, el objetivo debería consistir en lograr una recuperación resiliente, más ecológica y más inclusiva. La COVID-19 ha provocado la crisis más profunda, sincronizada y extensa de que se tenga memoria en la historia de la AIF. Por lo tanto, se plantean a la vez un desafío y una oportunidad: reparar velozmente el daño histórico ocasionado a los avances que se han logrado en términos de desarrollo y, al mismo tiempo, adaptarse a un mundo transformado fomentando la resiliencia ante futuras perturbaciones, como las derivadas de las pandemias y el cambio climático. Ello implica encontrar soluciones que devuelvan a un gran número de personas la posibilidad de trabajar, generen equidad y logren sostenibilidad macroeconómica, ambiental y social.
SOLUCIONES EN MARCHA: Los proyectos en curso en el marco de la AIF-19 ya están proporcionando una base sólida a partir de la cual se puede intensificar esa recuperación. Estamos ayudando a los países a crear mercados y conectarse a ellos; estamos ofreciendo herramientas adecuadas para responder a la crisis al tiempo que respaldamos la transición hacia un futuro con bajas emisiones de carbono, y estamos redoblando nuestros esfuerzos en pro de la igualdad de género, entre otras soluciones (i).

Con estos cinco factores, en este blog se inicia una serie de artículos sobre la forma de asegurar una recuperación resiliente en los países más pobres del mundo. Debemos trabajar juntos ahora en beneficio de las futuras generaciones.

Acerca del Autor
Con unos 40 años de experiencia en el ámbito de las comunicaciones especializadas, ampliamente relacionado a los sectores de la Salud, Seguros, seguridad y pensiones en R.D.