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El teletrabajo como herramienta para la salud pública
Escrito el 25 mar 2020
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La emergencia sanitaria provocada por el avance del COVID-19 en los últimos días y semanas han puesto de manifiesto la necesidad de poner en marcha operativos dirigidos a evitar las aglomeraciones de personas en recintos cerrados. En el caso de las empresas y las oficinas, la principal medida para evitar estas aglomeraciones es incentivar el teletrabajo en la medida de lo posible.
Esta medida implica una serie de ajustes necesarios en el seno de las empresas, pero permite garantizar una productividad mínima durante las próximas semanas, a la espera de que mejore la situación a nivel global, y se mantenga bajo control la propagación de la enfermedad. No obstante, las dificultades a la hora de plantear el teletrabajo en algunas organizaciones no son triviales.
Las ventajas del teletrabajo, sean cuales sean las circunstancias, son muy evidentes. El ahorro de costes, desde el punto de vista de la empresa, es una de las principales, mientras que la movilidad que pueden disfrutar los trabajadores, la flexibilidad de horarios, la posibilidad de hacer realidad la conciliación de la vida laboral y la vida familiar son otros beneficios asociados a esta modalidad de trabajo que aportan grandes ventajas a los trabajadores.
Gracias a las herramientas existentes que permiten el trabajo en remoto (por ejemplo, paquetes de ofimática en la nube, aplicaciones de vídeoconferencia como pueden ser Skype o Microsoft Teams, o servicios en la Nube como los escritorios remotos), las empresas pueden enviar a parte de su plantilla a casa en situaciones de necesidad, y seguir operando de la misma manera, casi sin alterar sus planes ni aplazar proyectos.
Las dificultades del teletrabajo
Teletrabajar no es simplemente cambiar la ubicación del trabajador, pasando de estar en una oficina a estar en su casa. Para poder teletrabajar ha de darse un cierto cambio, más o menos importante dependiendo del tipo de empresa, de su capacidad de adaptación y de los medios a su alcance, y ha de instaurarse ese cambio a nivel de cultura de empresa.
En situaciones de emergencia sanitaria, como la que atravesamos una vez ratificada como pandemia la expansión del coronavirus, es completamente natural que las empresas quieran implantar el teletrabajo como una manera de seguir con su actividad y, a la vez, proteger a sus empleados de cualquier posible contagio (o bien, mantener en casa a aquellos que necesitan cuarentena, pero que pueden seguir trabajando).
Para tener éxito en la implantación del teletrabajo es necesario disponer de una política (si es previa, mejor), preparar las herramientas y los canales de comunicación necesarios para desempeñar las labores en remoto, y planteando el mejor modo de dirigir el trabajo de los equipos a distancia.
Esta medida implica una serie de ajustes necesarios en el seno de las empresas, pero permite garantizar una productividad mínima durante las próximas semanas, a la espera de que mejore la situación a nivel global, y se mantenga bajo control la propagación de la enfermedad. No obstante, las dificultades a la hora de plantear el teletrabajo en algunas organizaciones no son triviales.
Las ventajas del teletrabajo, sean cuales sean las circunstancias, son muy evidentes. El ahorro de costes, desde el punto de vista de la empresa, es una de las principales, mientras que la movilidad que pueden disfrutar los trabajadores, la flexibilidad de horarios, la posibilidad de hacer realidad la conciliación de la vida laboral y la vida familiar son otros beneficios asociados a esta modalidad de trabajo que aportan grandes ventajas a los trabajadores.
Gracias a las herramientas existentes que permiten el trabajo en remoto (por ejemplo, paquetes de ofimática en la nube, aplicaciones de vídeoconferencia como pueden ser Skype o Microsoft Teams, o servicios en la Nube como los escritorios remotos), las empresas pueden enviar a parte de su plantilla a casa en situaciones de necesidad, y seguir operando de la misma manera, casi sin alterar sus planes ni aplazar proyectos.
Las dificultades del teletrabajo
Teletrabajar no es simplemente cambiar la ubicación del trabajador, pasando de estar en una oficina a estar en su casa. Para poder teletrabajar ha de darse un cierto cambio, más o menos importante dependiendo del tipo de empresa, de su capacidad de adaptación y de los medios a su alcance, y ha de instaurarse ese cambio a nivel de cultura de empresa.
En situaciones de emergencia sanitaria, como la que atravesamos una vez ratificada como pandemia la expansión del coronavirus, es completamente natural que las empresas quieran implantar el teletrabajo como una manera de seguir con su actividad y, a la vez, proteger a sus empleados de cualquier posible contagio (o bien, mantener en casa a aquellos que necesitan cuarentena, pero que pueden seguir trabajando).
Para tener éxito en la implantación del teletrabajo es necesario disponer de una política (si es previa, mejor), preparar las herramientas y los canales de comunicación necesarios para desempeñar las labores en remoto, y planteando el mejor modo de dirigir el trabajo de los equipos a distancia.