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Los costes de las últimas catástrofes naturales plantean riesgos fiscales para América Latina y el Caribe
Escrito el 24 nov 2017
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Las pérdidas económicas originadas por las catástrofes naturales en la región se han incrementado paulatinamente en los últimos 50 años, debido tanto a los cambios climáticos y al mayor desarrollo económico y a la urbanización, como al incremento del valor de las propiedades frente a los riesgos. A medida que el cambio climático y el desarrollo económico continúan, es probable que estos eventos se vuelvan más poderosos y frecuentes en el futuro, afirma Fitch Ratings en un análisis centrado en las últimas catástrofes registradas en América Latina.
Según Fitch, las economías que están expuestas a las tormentas de viento y a los terremotos son especialmente vulnerables, al igual que las que dependen de los agronegocios propensos a la sequía, como es el caso de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, o las que tienen concentraciones de alto riesgo económico, como la Zona del Canal de Panamá, las instalaciones turísticas del Caribe, entre otros.
“Las calificaciones se han aislado parcialmente de los desastres naturales porque el período de impacto suele ser más corto que el horizonte previsto de las calificaciones”, matiza el informe. Además, -añade- el nivel de calificación ya incorpora un grado de riesgo de catástrofe a través de variables que capturan la resistencia fiscal a las perturbaciones en general, así como a través de los costos heredados de los eventos pasados. Por lo tanto, para la agencia, “la incidencia de las acciones de calificación basadas en desastres es baja”.
Sin embargo, los costos fiscales de las catástrofes pueden ser sustanciales y más difíciles de manejar para los créditos de menor calificación. En el caso de las economías grandes y diversificadas, el aumento del gasto de las administraciones públicas atribuible a la recuperación y la reconstrucción ha oscilado entre el 0,1% y el 0,6%. Los huracanes que azotaron Jamaica y varios países centroamericanos en los últimos años llevaron a incrementos del 5% al 20% de los gastos gubernamentales generales relacionados con desastres.
Financiar reparaciones y reconstrucción
Los gobiernos han tendido a depender de las reservas para imprevistos, subraya la agencia, como son las líneas de crédito y la emisión de bonos para financiar los desembolsos relacionados con las reparaciones y la reconstrucción. Sin embargo, estas opciones dependen del acceso al mercado y de concesiones favorables. En algunos casos, remarcan, ha sido necesario aumentar los impuestos.
Por todo ello, desde la calificadora se alerta: “Si las catástrofes naturales se vuelven más comunes y costosas, otras técnicas de mitigación de pérdidas tal vez sean prudentes, como el seguro de catástrofes soberanas, las reservas para imprevistos y el fomento de los seguros del sector privado. Mientras que éstos crean gastos presupuestarios periódicos para primas, contribuciones de capital a los fondos y subsidios de primas para seguros del sector privado, los costes de tales programas son a menudo sólo una pequeña parte del gasto corriente y una fracción de los costos de recuperación relacionados con desastres”.
Según Fitch, las economías que están expuestas a las tormentas de viento y a los terremotos son especialmente vulnerables, al igual que las que dependen de los agronegocios propensos a la sequía, como es el caso de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, o las que tienen concentraciones de alto riesgo económico, como la Zona del Canal de Panamá, las instalaciones turísticas del Caribe, entre otros.
“Las calificaciones se han aislado parcialmente de los desastres naturales porque el período de impacto suele ser más corto que el horizonte previsto de las calificaciones”, matiza el informe. Además, -añade- el nivel de calificación ya incorpora un grado de riesgo de catástrofe a través de variables que capturan la resistencia fiscal a las perturbaciones en general, así como a través de los costos heredados de los eventos pasados. Por lo tanto, para la agencia, “la incidencia de las acciones de calificación basadas en desastres es baja”.
Sin embargo, los costos fiscales de las catástrofes pueden ser sustanciales y más difíciles de manejar para los créditos de menor calificación. En el caso de las economías grandes y diversificadas, el aumento del gasto de las administraciones públicas atribuible a la recuperación y la reconstrucción ha oscilado entre el 0,1% y el 0,6%. Los huracanes que azotaron Jamaica y varios países centroamericanos en los últimos años llevaron a incrementos del 5% al 20% de los gastos gubernamentales generales relacionados con desastres.
Financiar reparaciones y reconstrucción
Los gobiernos han tendido a depender de las reservas para imprevistos, subraya la agencia, como son las líneas de crédito y la emisión de bonos para financiar los desembolsos relacionados con las reparaciones y la reconstrucción. Sin embargo, estas opciones dependen del acceso al mercado y de concesiones favorables. En algunos casos, remarcan, ha sido necesario aumentar los impuestos.
Por todo ello, desde la calificadora se alerta: “Si las catástrofes naturales se vuelven más comunes y costosas, otras técnicas de mitigación de pérdidas tal vez sean prudentes, como el seguro de catástrofes soberanas, las reservas para imprevistos y el fomento de los seguros del sector privado. Mientras que éstos crean gastos presupuestarios periódicos para primas, contribuciones de capital a los fondos y subsidios de primas para seguros del sector privado, los costes de tales programas son a menudo sólo una pequeña parte del gasto corriente y una fracción de los costos de recuperación relacionados con desastres”.