Columnista: Oscar Müller Creel

La violencia se roba nuestro dinero.

Mitridates el comandante de los ejércitos partos veía con atención las maniobras que realizaban las tropas romanas comandadas por el emperador Trajano, una sonrisa se dibujaba en su rostro. -Muy tonto debían ser esos romanos que pretendían cruzar el gran río Tigris sobre balsas. Sus arqueros darían fácil cuenta de ellos mientras realizaban el trayecto y, aquellos que alcanzasen a llegar, serían masacrados por su caballería- Pensaba el comandante de los hombres del desierto.

Las balsas repletas de legionarios iniciaron su cruce del río, tenían un parapeto de apenas un metro; conforme se acercaban, los arqueros del otro lado esperaban impacientes la orden de lanzar sus dardos y, cuando las embarcaciones se encontraban al alcance, nubes de flechas taparon el sol. Mientras, los tribunos y centuriones, en cada balsa, dieron la orden de levantar el parapeto que se encontraba doblado junto al otro. Así, el escudo contra las flechas recibió la gran mayoría de los impactos y solo unas cuantos hirieron a los atacantes. La lucha había iniciado.

Santiago Posteguillo, en su libro “La legión perdida”, nos relata las estrategias que utilizó Trajano para vencer a los partos e iniciar así su ansiada conquista de los reinos del oriente medio, que se encontraban más allá de los ríos sagrados, Tigris y Éufrates. Pero no fue mucho el tiempo que duró esa conquista, pues trajano se vio afectado de un mal que le dejó incapacitado y las luchas intestinas por sucederle dieron al traste con los proyectos del gran emperador y los partos recuperaron sus reinos.

Antes de Trajano un cónsul romano había intentado, sin éxito, invadir los reinos de los territorios que ahora son Irán e Irak. Era Craso, quien tenía una gran fortuna y era conocido en Roma por su avaricia. Pero su expedición no tuvo mayor éxito, sus tropas fueron diezmadas y existe la leyenda que una legión fue esclavizada y llevada hacia el este. Manfredi nos relata en su libro “El imperio de los dragones” que cuando Craso fue hecho prisionero, se le ejecutó vaciando oro derretido por su boca, como una especie de burla hacia su ambición de riqueza.

Roma era un imperio siempre sediento de riquezas y poder y provocaba guerras para controlar otros reinos, robar sus tesoros y someterlos para que les rindieran tributos a través de granos, metales preciosos, joyas y otros bienes que se producían en las distintas regiones conquistadas; pero el caso de los reinos del medio oriente, tenía un aliciente especial, pues por ellos transitaban las valiosas mercancías que llegaban hasta la Ciudad de las Siete Colinas y que eran muy preciadas, entre ellas un tejido con cualidades de resistencia, ligereza y suavidad al tacto, que no se podía igualar con el mejor algodón egipcio.

Los romanos llamaban Xeres a el reino de donde llegaban aquellas exóticas, apreciadas y sobre todo caras mercancías, que por tener que viajar desde tan lejos pasaban por una multitud de reinos en donde tenían que pagar peaje, una especie de impuesto de tránsito, y cada uno de estos encarecían su valor y los romanos pretendían hacerse de esos peajes cuando cruzaran por los reinos de oriente medio, de ahí su afán, nunca logrado permanentemente, de la conquista que comentaba.

El camino por donde circulaban esas mercancías, fue conocido como “La ruta de la seda” y diez siglos después de la muerte del emperador Trajano, un joven Veneciano recorría ese camino en compañía de unos comerciantes, uno de los cuales tenía por segundo nombre Polo; llevaban los productos de las tierras de lo que ahora es China hasta Europa, en un viaje que duraba más de un año y nos han llegado detalles de ese camino gracias a las memorias escritas por el joven Marco, entre las que deseo destacar que menciona que en algún lugar luego de haber cruzado territorio montañosos y fríos se encontraban con que tenían que cambiar de transporte y utilizar carruajes cuyas ruedas superaban la altura de un hombre, lo que obedecía al hecho que el camino estaba tan transitado que los dos carriles laterales, por donde rodaban las ruedas estaban tan gastados que la parte media tenía una altura que superaba la cintura de un hombre.

Cuando tuve la oportunidad de conocer esa situación, asombrado me pregunté ¿Cuántos siglos tuvieron que pasar para que la ruta de la seda se hubiese erosionado de esa forma? Tal vez, y por los antecedentes que en la antigua roma ya se vendían mercancías llegadas por esos caminos, 12 o 15 siglos.

Los gobernantes de los reinos por los que pasaban esas mercancías eran conscientes de la riqueza y los ingresos que ese comercio representaba y evidentemente protegían el camino de asaltantes y la violencia, pues a fin de cuentas redundaba en beneficio de sus súbditos y el tesoro público.

La seguridad pública es un objetivo prioritario para cualquier gobierno, pues la paz social es la base del progreso y el bienestar, indispensables para tener un tejido social sano y elemental para la distribución de la riqueza y el combate a la desigualdad.

El Instituto para la Economía y la Paz ha publicado el costo de la violencia, que acarrea la inseguridad en México y es impresionante: la cifra aproximada es de 235 mil millones de dólares, que equivale al 20% del Producto Interno Bruto. Poniéndolo en perspectiva significa que la inseguridad tan solo en 2021, nos costó a cada mexicano mas de 30 mil pesos y que de cada 1000 pesos que producimos con nuestro trabajo, 200 se van al caño debido a la inseguridad en el país.

Es evidente que la estrategia de seguridad no está funcionando y, por el contrario, la violencia esta convirtiendo a la sociedad mexicana en un organismo disfuncional y a la conciencia de cada ciudadano una gelatina que se compone de imágenes y noticias de sangre y violencia.

Crédito de la imágen:  Instituto para la Economía y la Paz

Escrito el 2022-05-22 18:36:52
Oscar Müller Creel

Oscar Müller Creel