Columnista: Oscar Müller Creel

Assange, el periodismo en riesgo

 

Sus codos estaban apoyados frente al teclado y sus manos sostenían la cabeza, en un gesto de indecisión. El cursor, de la computadora palpitaba en espera de seguir con su función sobre el documento que se plasmaba en la pantalla, solo tres párrafos aparecían y el último sin terminar.

Se había levantado más temprano que de costumbre, su sueño había sido intermitente, pues tenía mucho en que pensar y el deseó de darle forma al resultado de seis meses de investigaciones, le hizo salir de la cama, preparase un café y empezar a ordenar la información para poder poner en blanco y negro, los comprometedores descubrimientos de su trabajo.

Estaba tan concentrado que solo se dio cuenta de la actividad a su alrededor, cuando su esposa le distrajo para avisarle que llevaría a los niños a la escuela. Fue entonces cuando dejó de escribir y empezó a razonar sobre las consecuencias de lo que estaba haciendo.

Sus investigaciones le habían llevado a obtener documentos oficiales clasificados, declaraciones de testigos y otro tipo de información que levantaban el velo que cubría una gran red de corrupción, en la que estaban involucrados altos funcionarios de gobierno y ejecutivos de compañías privadas.

La empresa de comunicación para la que trabajaba, como agente libre, al conocer el resultado de su investigación, se había negado a publicarlo por temor a las represalias que pudieran venir de los afectados, pero un periódico extranjero estaba dispuesto a comprar su artículo y esto, le había dado nuevos bríos, para continuar en su empeño.

Pero en ese momento y luego de escuchar la voz de su esposa y sus hijos cuando salieron de la casa, empezó a reflexionar sobre las consecuencias que para ellos pudieran derivar, en caso de hacer publica la información que había obtenido y, durante interminables minutos, permaneció en esa posición frente al teclado, hasta que movió sus manos que presionaron las teclas necesarias para seleccionar el texto escrito y luego, lentamente, llevó su dedo anular derecho hacia la tecla de borrar.

Una lágrima corría por su mejilla mientras hacía eso.

La autocensura como una forma de represión a la Libertad de Expresión había triunfado.

 

El 2021 fue un año de cambios en muchos aspectos y el Premio Nobel no fue excepción, pues desde 1935 no se había otorgado esta presea a un periodista y ahora tocó el honor, a dos de ellos: Maria Ressa y Dmitry Muratov. La primera ha tenido la valentía de denunciar los malos manejos del presidente Rodrigo Duterte y enfrentado posibilidad de cárcel por sus publicaciones

Muratov es editor en jefe de la publicación Novataya Gazzeta, considerado uno de los más independientes medios de Rusia que hace fuertes críticas al gobierno de ese país.

Pero no todo son buenas noticias para la Libertad de Información, pues el 10 de diciembre del año que acaba de pasar, un alto tribunal inglés decidió declarar procedente la extradición de Julián Assange a los Estados Unidos, donde enfrentará cargos por espionaje que le pueden encarcelar por el resto de su vida.

En diversas ocasiones hemos tratado lo referente a Assange y Wikileaks, la página de Internet por el creada y que se ha convertido en un dolor de cabeza para el gobierno de EEUU al evidenciar, entre otras cosas: las matanzas erráticas e irracionales por el Ejército Norteamericano en Medio Oriente; el espionaje telefónico de la CIA a altos mandatarios y personas influyentes alrededor del planeta, además de los correos electrónicos del Partido Demócrata en los que se revelaban prácticas ilegales, en el proceso electoral de 2016.

El caso de Assange implica un fuerte golpe a la Libertad de Expresión en el mundo libre, pues este comunicador lleva años recluido sin juicio justo y con grave daño a su salud física y mental y, hasta ahora, ha sido un factor desencadenante de autocensura, tan es así que poco o nada tratan los principales periódicos estadounidenses sobre el tema.

Brota a la vista que las revelaciones de Assange y Wikileaks han herido el orgullo de los militares, políticos y ciudadanos del área conservadora del país y el proceso contra el australiano tiene más tintes de venganza que de una simple aplicación de la ley.

¿Es ese el país que se precia de ser la cuna de la libertad de prensa a través de la Primer Enmienda de su constitución?

Escrito el 2022-01-09 20:01:42
Oscar Müller Creel

Oscar Müller Creel