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Impacto del COVID-19 en la salud mental y el desarrollo de habilidades de los adolescentes

A raíz de la pandemia de COVID-19, ha surgido una tendencia preocupante que ha captado la atención de educadores, profesionales de la salud mental y formuladores de políticas por igual: un marcado aumento de la depresión y la ansiedad entre los jóvenes, que está fuertemente asociado con resultados negativos en el aprendizaje y desconexión de la escuela, especialmente entre los adolescentes y los grupos vulnerables y minoritarios. Este fenómeno ha ido acompañado de un preocupante aumento de las tasas de deserción escolar, especialmente en los países de ingresos bajos y medios, lo que plantea interrogantes críticos sobre las consecuencias a largo plazo para las trayectorias educativas y profesionales de los jóvenes que sufren problemas de depresión y ansiedad.

La salud mental es un fuerte determinante del desarrollo de habilidades y de los resultados educativos.

La depresión y los problemas de salud mental, especialmente entre los jóvenes, están estrechamente asociados con una serie de desafíos que pueden obstaculizar su proceso educativo y de desarrollo de habilidades, contribuyendo en última instancia a menores resultados de aprendizaje, estancamiento de habilidades cognitivas y socioemocionales y a un mayor riesgo de desescolarización. Existen varios canales a través de los cuales la depresión obstaculiza los resultados educativos, tales como:

Los sistemas educativos de todo el mundo están reconociendo la importancia de abordar la salud mental de los estudiantes

La identificación temprana, la intervención y el apoyo a la salud mental dentro del entorno escolar son cruciales para abordar la depresión, especialmente en la escuela secundaria y postsecundaria. Sin embargo, en los países de ingresos bajos y medios, entre el 76% y el 85% de los estudiantes con problemas de salud mental no reciben ningún tratamiento.

Además, los países a nivel mundial gastan menos de lo necesario en salud mental y tienen una grave escasez de profesionales de la salud mental. No obstante, los sistemas educativos a nivel global están empezando a reconocer la importancia de abordar las necesidades de salud mental de los estudiantes y están introduciendo programas de consejería estudiantil y terapia cognitivo-conductual (TCC) en sus planes de estudio y como parte de sus servicios a los estudiantes. He aquí algunas opciones prometedoras, que se han probado con éxito tanto en países desarrollados como en desarrollo:

El Banco Mundial apoya activamente la agenda de salud mental en los países en desarrollo. En St. Maarten, por ejemplo, para abordar el impacto emocional del huracán Irma, el Proyecto de Mejora de los Servicios de Salud Mental tiene como objetivo desarrollar la capacidad del país para abordar eficazmente los problemas psicosociales y de salud mental. En Níger, el Banco Mundial apoyó a mujeres rurales con intervenciones psicológicas mediante capacitación en habilidades para la vida. En México, el Banco Mundial, en colaboración con la Secretaría de Educación, apoyó a más de 6.000 estudiantes en el marco del programa piloto “PODER”, que brindó a los adolescentes de escuelas públicas Terapia cognitivo-conductual impartida durante diez semanas durante el año académico.

Los sistemas educativos deben desarrollar su capacidad para abordar la salud mental de los estudiantes

Deben existir varias condiciones necesarias para diseñar e implementar programas exitosos para abordar la depresión y promover la salud mental en las escuelas. En primer lugar, las escuelas deben tener un liderazgo administrativo proactivo y de apoyo que reconozca la importancia de la salud mental de los estudiantes y se comprometa a asignar recursos y personal para estos programas. Una financiación adecuada es crucial para emplear consejeros y profesionales de salud mental calificados y capacitar a los maestros para identificar y abordar la depresión en sus aulas. Además, las escuelas deben crear un entorno libre de estigmas que anime a los estudiantes a buscar ayuda sin temor a ser juzgados. Un plan de estudios integral de educación en salud mental y habilidades para la vida debe ser una parte integral de cada plan de estudios de escuela secundaria.

En conclusión, una buena salud mental es un aspecto fundamental para el aprendizaje y el desarrollo de habilidades, y los sistemas escolares de todo el mundo deben ser conscientes de ello e introducir enfoques pedagógicos que ayuden a los estudiantes a afrontar la ansiedad y la autorregulación, especialmente entre los adolescentes. El costo de no intervenir es alto y puede contribuir a perpetuar un ciclo de disminución de oportunidades para los jóvenes vulnerables y poner en peligro su progreso social y económico.

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