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Ciencia y la transferencia de tareas: dos aliados para la salud mental

Los desórdenes mentales son comunes e incapacitante en todo el mundo. Tanto países ricos como pobres sufren las devastadores consecuencias de estos trastornos, que representan aproximadamente un 20% de la carga global de enfermedades en América Latina y el Caribe; sin embargo, los trastornos mentales representan globalmente apenas 0,4% del financiamiento público de la salud. Además, hay tremendas inequidades en el acceso a los servicios de salud mental según el estatus socioeconómico; los más pobres, que son los más afectados, son los que tienen menor probabilidad de tener acceso a la ayuda que necesitan.

La pandemia del COVID-19 ha puesto en evidencia la fragilidad de la salud mental del mundo y la necesidad de invertir más y mejor para mejorar esta situación. Ahora tenemos una ventana de oportunidad única en la que los gobiernos, las organizaciones internacionales y la sociedad civil están todos de acuerdo en que es fundamental aumentar la inversión en salud mental.

Ahora, el desafío es avanzar de las palabras a la acción. Declaraciones e informes sin una acción adecuada pueden llevar al cinismo y la desesperanza. En algunos ambientes, estamos comenzando a escuchar un pedido cada vez más fuerte de asignar impuestos específicos u otro tipo de ingresos para asegurar el financiamiento de servicios de salud mental.

Intervenciones de salud pública en salud mental

Somos conscientes de que puede ser poderoso actuar sobre los determinantes socioeconómicos de la salud mental. Hay cosas que sabemos (por sentido común) que pueden reducir o prevenir los desórdenes de salud mental, tales como mejores condiciones de trabajo, un mejor transporte público y cuestiones similares, y se puede tomar acción a este nivel que cruza diversos sectores ya mismo. No hay necesidad de esperar los resultados de ningún estudio de investigación para actuar sobre estas cuestiones.

Abordajes efectivos similares se usan para prevenir otras enfermedades crónicas, como mayores impuestos a los cigarrillos o al alcohol. Pero la prevención aún es una ilusión en salud mental, y muchas de estas acciones poderosas no van a ser de ayuda para aquellos que ya han quedado atrás o están demasiado enfermos para aprovechar sus beneficios.

Intervenciones individuales en salud mental

Respecto del tratamiento, hay dos tipos básicos de intervención, que son complementarios entre sí: la terapia (o terapias de conversación) y la medicación. Ambas intervenciones requieren para su provisión de una fuerza de trabajo entrenada, pero enfrentamos la realidad de una escasez de trabajadores de salud mental en la mayoría de los países (especial pero no únicamente en los países más pobres del mundo).

La transferencia de tareas puede ser una respuesta pertinente para mitigar la escasez de personal de salud mental. La estrategia de task shifting o una “redistribución de tareas” más eficiente entre todos quienes pueden contribuir a ayudar a las personas con trastornos de salud mental, ha demostrado ser efectiva.

Ya no es necesario utilizar el tiempo de los profesionales más caros (psiquiatras y psicólogos) para proporcionar algunas de las tareas necesarias para mejorar la salud mental. Trabajadores comunitarios de la salud, enfermeros auxiliares o trabajadores sociales pueden proporcionar muchas de estas tareas de manera efectiva y a costos mucho menores.

La transferencia de tareas estaba en el centro de una exitosa intervención de salud mental para la atención de la depresión en el nivel de la salud primaria en Chile. El esquema se basaba en:

Un estudio de costo-efectividad mostró que el costo de lograr cada día libre de depresión a través de la intervención era menor que el precio de una botella de gaseosa, algo que el gobierno de Chile estaba en condiciones de pagar (cosa que hizo).

El uso de tecnología en intervenciones de salud mental

El uso de tecnología también puede aumentar el acceso (como, por ejemplo, durante la pandemia) y la costo-efectividad de las intervenciones. En el proyecto Allillanchu en Perú, cuando una persona visitaba un centro de salud por una condición crónica física se la tamizaba para depresión con un breve cuestionario. Como seguimiento, si hacía falta tratamiento el paciente recibía más información, se sugerían recursos disponibles cerca de su hogar y se brindaba una serie de recordatorios para que busque ayuda. Los resultados fueron impresionantes: 55% de las personas con una alta probabilidad de depresión terminaron accediendo a recursos humanos calificados en salud mental.

La transferencia de tareas y la tecnología son alternativas prometedoras que cooperan para la provisión de servicios de salud mental accesibles y asequibles.

En la intervención PROACTIVE, en Brasil, se entrenó a trabajadores comunitarios de la salud del Servicio Unificado de Salud de Brasil para trabajar sobre la depresión con personas mayores de su comunidad. Fueron entrenados para proporcionar apoyo psicológico y equipados con una app que contenía videos con información para sobrellevar la depresión. Los trabajadores de la salud y las personas mayores veían estos videos juntos, lo que fomentaba la planificación de actividades que la persona mayor podía completar durante la semana para mejorar su ánimo.

Las intervenciones escalables son aquellas que incluyen recursos humanos disponibles para cada función (por ejemplo, un trabajador social en lugar de un psicólogo para las sesiones grupales) y que siempre incluyen capacitación y apoyo (dado que lo que se enseña en la educación terciaria no es necesariamente lo más costo-efectivo).

Durante la pandemia del COVID-19 aumentaron las intervenciones digitales, pero todavía debemos aprender qué funciona. La tecnología es positiva, pero los usuarios dicen que quieren algo híbrido. A veces quieren la primera reunión en persona o contacto telefónico ocasional o algún otro arreglo que asegure el contacto humano.

En los servicios de salud mental la rotación de personal es alta. Este es un desafío importante para escalar las intervenciones. Es esencial capacitar a recursos que puedan quedarse y que proporcionen una forma asequible y viable de tratar los desórdenes de salud mental.

Las intervenciones de salud mental costo-efectivas requieren una inversión, pero no debemos caer en la trampa paralizante de no hacer nada porque no tenemos el financiamiento para hacer todo lo que es necesario. La transferencia de tareas y el uso de tecnología nos pueden ayudar a implementar intervenciones costo-efectivas y el momento para comenzar a hacerlo es ahora mismo.

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