San José, 18 de mayo de 2021 (IICA) – El auge de los biocombustibles y avances tangibles en biotecnología, bioenergías, agricultura de bajo carbono y negocios de la biodiversidad muestran que la bioeconomía es cada vez más fuerte en América Latina y el Caribe, pero son necesarios más progresos en áreas como políticas públicas, inversión en investigación pública y privada, ecosistemas para bioemprendimientos y fomento de mercados para los nuevos bioproductos.
Esa fue una de las conclusiones alcanzadas en el segundo diálogo virtual promovido por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) con el objetivo de que el sector agropecuario de los países de las Américas llegue a la Cumbre sobre Sistemas Alimentarios 2021, convocada por la ONU, con una voz firme y posiciones convergentes.
Otro punto levantado en el debate, introducido por Guy Henry, Director de Investigación y Estrategia del francés Centro de Cooperación Internacional en Investigación Agrícola para el Desarrollo (CIRAD), fue el fuerte vínculo existente entre salud y bioeconomía, un asunto reintroducido por los efectos de la pandemia de Covid-19.
El segundo diálogo sesionó bajo el título “La bioeconomía y la transformación de los sistemas alimentarios de América Latina y el Caribe” y fue organizado por el IICA y el Consorcio Internacional de Investigación en Biotecnología Aplicada (ICABR, por sus siglas en inglés), con la co-organización de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires; el CIRAD, de Francia; Allbiotech, la red latinoamericana de jóvenes líderes en biotecnología, y la compañía colombiana Suricata.
En su mensaje al centenar de expertos que participaron en la reunión, el director general del IICA, Manuel Otero, subrayó el lugar relevante de la bioeconomía “para garantizar el acceso a alimentos sanos y nutritivos para todos y, al mismo tiempo, promover industrias de alto valor y muy competitivas, con una producción favorable para la naturaleza”.
Henry, del CIRAD, aseguró que “un tema bastante importante de la pandemia es que reintrodujo a la salud como parte de la bioeconomía. En 2009 y 2010, cuando empezamos a hablar sobre bioeconomía con la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) en París, el sector de la salud era muy importante para la bioeconomía. En América Latina, en los últimos 10 años, casi no hemos hablado de salud. Ciencia, tecnología e innovación todavía siguen necesitando refuerzos y una de las maneras de hacerlo es a través de la cooperación internacional”.
En el evento, el gerente del Programa de Bioeconomía y Desarrollo Productivo del IICA, Hugo Chavarría, presentó un documento elaborado por el organismo especializado en desarrollo agropecuario y rural del Sistema Interamericano y el ICABR como contribución a este diálogo y a la Cumbre.
“El documento parte de una definición de bioeconomía marcada por tres elementos: las nuevas ciencias y tecnologías, en particular la convergencia tecnológica, los recursos y los principios biológicos y la posibilidad de ofrecer de manera sostenible bienes y servicios a toda la economía”, explicó Chavarría.
A partir de esta definición, precisó que “hemos definido cinco vías principales mediante las cuales la bioeconomía contribuye al fortalecimiento y transformación de los sistemas alimentarios”.
La primera la vinculó a las “ganancias en eficiencia y sostenibilidad en los procesos de los sistemas alimentarios gracias a la convergencia tecnológica”, algo muy importante en una región donde la producción promedio en toneladas por hectárea puede presentar variaciones de hasta 10 veces.
La segunda forma en que la bioeconomía influye positivamente está relacionada con su incidencia en la transformación de los territorios rurales, generando ingresos, empleo y desarrollo, esto a través del fomento de la industrialización local de la biomasa producida por la agricultura, ganadería, pesca y forestería.
En tercer lugar, Chavarría explicó que las nuevas tecnologías, y particularmente la simbiosis entre la biología, las TIC y la digitalización, las ingenierías, la robótica y la inteligencia artificial, permiten un aprovechamiento más eficiente y sostenible de los recursos de los sistemas alimentarios a través de la agregación de valor en cascada.
“Se trata de un aprovechamiento integral de la producción, con un incremento de la productividad y en los ingresos de los productores, gracias a la generación de diversos co-productos a partir de la biomasa primaria y residual entre los que se incluye una serie de biomateriales para las industrias energética, farmacéutica, alimentaria, química, agrícola, cosmética, etc.”, indicó.
La cuarta contribución al fortalecimiento de los sistemas agroalimentarios de la región se da a partir de la promoción de un mejoramiento en la nutrición y en la salud, mientras que la quinta vía de aporte que ofrece la bioeconomía tiene relación con la promoción de la sostenibilidad ambiental y la resiliencia climática.
«Las tres principales cosas que vemos como parte de la agenda pendiente son la necesidad de mayor capital de riesgo en términos de volumen, mejores políticas públicas que promuevan el emprendimiento de base científica tecnológica, y el acceso a infraestructura y equipamiento», comentó Daniel Domínguez Gómez, director ejecutivo de Allbiotech.
Avances y retos
En las discusiones se reconocieron los avances en biocombustibles, biotecnología, bioenergías, agricultura de bajo carbono y negocios de la biodiversidad, así como la necesidad de ganar terreno en aspectos centrales como comunicación, políticas públicas, inversión pública y privada, fomento de ecosistemas para bioemprendimientos y fomento de mercados para nuevos productos de la bioeconomía.
“No hay duda de que la bioeconomía tiene un enorme potencial para transformar los sistemas alimentarios en América Latina, pero entendemos que existen factores que son desde institucionales, políticos e incluso de mercado, que pueden retrasar o alentar las oportunidades que ofrece la bioeconomía para transformar estos sistemas», dijo el economista-jefe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, Ramiro Costa.
«Falta mejorar la gestión de los recursos para inversión e investigación, muy concentrados en determinadas actividades y prestando poca atención a otras bioeconómicas con alto potencial, y no necesariamente detrás de eso hay alguna priorización en función de algún objetivo macro», agregó.
Costa, también, remarcó que “muchas veces se plantean las cuestiones de sustentabilidad como un extra costo y no necesariamente en cómo aprovechar la visión de la bioeconomía para además de promover la sustentabilidad, generar mejoras de productividad y con ello mejorar los ingresos económicos de las empresas. «
Chavarría, en tanto, indicó que si bien es cierto algunos países de la región empezaron a establecer políticas y estrategias dedicadas exclusivamente a la bioeconomía, todavía existe una brecha importante respecto a otras naciones, sobre todo las europeas .
También fue destacado el rol de los organismos supranacionales de regulación ambiental y comercial, que son los que establecen las nuevas exigencias en los mercados internacionales para impulsar la bioeconomía. Y también de los organismos de cooperación técnica como el IICA para coordinar una agenda global y regional que permita movilizar el conocimiento y aprovechar las buenas prácticas y lecciones aprendidas de los países.
Entre los planteos del diálogo, se sugirió que el desarrollo de los bioemprendimientos en la región requiere de la creación de nuevos esquemas con oportunidades para el acceso a fondos no reembolsables desde los gobiernos, y a capital semilla. Otro desafío apuntado fue la necesidad de mejorar la comunicación sobre la bioeconomía, no sólo para que evidenciar sus oportunidades y potencialidades en todos los estratos de la sociedad, sino también para involucrar a otros actores en la construcción de las políticas, inversiones y proyectos.
“Para mejorar esa comunicación y sensibilización sobre la bioeconomía, es necesario lograr una mayor conexión entre los distintos actores privados del sistema alimentario y los investigadores, la academia y los formuladores de las políticas públicas, dijo Pedro Rocha, especialista en biotecnología y bioseguridad del IICA.
También fue sugerido promover el conocimiento de la bioeconomía desde las escuelas y colegios, así como un mayor conocimiento sobre lo que está solicitando el mercado y de esta forma fomentar los senderos que tengan más potencial en la bioeconomía de la región.
“Para eso avanzaremos en la generación de una agenda hemisférica propositiva desde el IICA que pueda llevar esa voz de la agricultura de las Américas y también propuestas de acción”, afirmó el director de Cooperación Técnica del IICA, Federico Villarreal.
En este sentido, enfatizó la necesidad de “que junto con la voz vayan las propuestas que obviamente se configuran al interior de la región”, al tiempo que también recordó la importancia de fortalecer la articulación pública y privada.
El diálogo sobre Bioeconomía y Sistemas Alimentarios siguió al evento inaugural del ciclo, que tuvo como título “Las empresas cooperativas y su contribución a los sistemas alimentarios», y fue organizado conjuntamente por el IICA y Cooperativas de las Américas.