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Fenómenos meteorológicos extremos en los países de ingreso bajo
Escrito el 11 feb 2020
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La recuperación en los países de ingreso bajo se estancó en 2019: el crecimiento cayó al 5,4 %, un nivel más bajo de lo previsto, debido a que factores mundiales y de los propios países afectaron la actividad económica. A nivel mundial, la demanda externa disminuyó y los precios de los productos básicos fueron más bajos. A nivel local, la inestabilidad política y la devastación causada por fenómenos meteorológicos extremos influyeron en la actividad económica en algunos países. Se prevé que el crecimiento en los países de ingreso bajo se mantendrá estable en un 5,4 % en 2020, pero que aumentará posteriormente. Esto dependerá del mejoramiento de la estabilidad, la recuperación tras los fenómenos meteorológicos extremos, la inversión constante en infraestructura y la adopción de reformas para fortalecer el entorno empresarial. Sin embargo, el crecimiento será notoriamente menor entre los países de ingreso bajo afectados por la fragilidad, el conflicto y la violencia. Los riesgos adversos incluyen el crecimiento más lento de lo esperado en los principales socios comerciales, la mayor vulnerabilidad al endeudamiento, la creciente inseguridad, la mayor frecuencia de los desastres naturales y las crisis sanitarias.
1. Se proyecta que el crecimiento de los países de ingreso bajo aumentará después de 2020, pero que permanecerá muy por debajo de los pronósticos anteriores
El desempeño más débil de lo esperado en 2019 fue un reflejo de la fuerte caída del crecimiento entre los países de ingreso bajo frágiles. Se proyecta que el crecimiento en los países de ingreso bajo permanecerá en un 5,4 % en 2020 y aumentará hasta llegar a un promedio del 5,7 % en 2021-22. Esta previsión asume que los países de ingreso bajo frágiles se recuperarán a medida que la estabilidad política mejore (en Afganistán y Guinea-Bissau), las inversiones en nueva capacidad contrarresten la débil demanda externa (en Chad y Mozambique) y los esfuerzos de reconstrucción impulsen la actividad (en Mozambique). En el caso de los otros países de ingreso bajo, se espera que las inversiones públicas sostenidas en infraestructura y el sector privado estimularán la actividad económica (en Benin, Rwanda y Uganda). En algunos países, políticas monetarias más flexibles en medio de una inflación relativamente moderada fomentarán el crecimiento (en Malawi y Tanzanía). Sin embargo, se prevé que el crecimiento se desacelerará en Etiopía —el principal país de ingreso bajo— debido a la adopción de políticas monetarias y fiscales más estrictas destinadas a controlar la inflación.
2. Las previsiones en materia de reducción de la pobreza para los países frágiles son poco prometedoras
Se prevé que el aumento de los ingresos per cápita en los países de ingreso bajo permanecerá estable y llegará a un promedio del 2,9 % en 2021-22. Este ritmo es insuficiente para generar avances considerables en la reducción de la pobreza, ya que el crecimiento en los países de ingreso bajo suele ser poco inclusivo, y este no se traduce en un alto nivel de reducción de la pobreza. Además, se proyecta que los ingresos per cápita entre los países de ingreso bajo frágiles —donde la incidencia de la pobreza extrema es a menudo mayor— aumentarán solo un 1 %. Como consecuencia, el número de personas que viven por debajo de la línea internacional de pobreza de USD 1,90 al día seguirá siendo elevado, y se espera que aumentará entre los países de ingreso bajo frágiles.
3. Las inquietudes respecto de la sostenibilidad de la deuda son un riesgo adverso para los pronósticos
Se estima que la deuda pública de los países de ingreso bajo llegó al 55 % del PIB el año pasado, un aumento de 19 puntos porcentuales desde 2013. Según el Marco de la Sostenibilidad de la Deuda elaborado conjuntamente por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), 12 de 28 países de ingreso bajo se encuentran en situación de sobreendeudamiento o en alto riesgo de estarlo. El mayor acceso a deudas basadas en el mercado más costosas —que se refleja en el aumento de la creciente proporción de deudas contraídas en condiciones no concesionarias— está también aumentando la exposición de los Gobiernos de los países de ingreso bajo a los riesgos relacionados con las tasas de interés y el refinanciamiento.
4. La dependencia en la agricultura y una infraestructura menos resiliente aumenta la vulnerabilidad de los países de ingreso bajo a los desastres naturales
Los desastres naturales relacionados con fenómenos climáticos extremos cada vez más frecuentes, tales como inundaciones o sequías graves y prolongadas, siguen siendo un riesgo importante para numerosos países de ingreso bajo, ya que la producción agrícola a menudo representa una alta proporción del valor agregado en los países y la infraestructura es normalmente menos resiliente que en economías más desarrolladas.
1. Se proyecta que el crecimiento de los países de ingreso bajo aumentará después de 2020, pero que permanecerá muy por debajo de los pronósticos anteriores
El desempeño más débil de lo esperado en 2019 fue un reflejo de la fuerte caída del crecimiento entre los países de ingreso bajo frágiles. Se proyecta que el crecimiento en los países de ingreso bajo permanecerá en un 5,4 % en 2020 y aumentará hasta llegar a un promedio del 5,7 % en 2021-22. Esta previsión asume que los países de ingreso bajo frágiles se recuperarán a medida que la estabilidad política mejore (en Afganistán y Guinea-Bissau), las inversiones en nueva capacidad contrarresten la débil demanda externa (en Chad y Mozambique) y los esfuerzos de reconstrucción impulsen la actividad (en Mozambique). En el caso de los otros países de ingreso bajo, se espera que las inversiones públicas sostenidas en infraestructura y el sector privado estimularán la actividad económica (en Benin, Rwanda y Uganda). En algunos países, políticas monetarias más flexibles en medio de una inflación relativamente moderada fomentarán el crecimiento (en Malawi y Tanzanía). Sin embargo, se prevé que el crecimiento se desacelerará en Etiopía —el principal país de ingreso bajo— debido a la adopción de políticas monetarias y fiscales más estrictas destinadas a controlar la inflación.
2. Las previsiones en materia de reducción de la pobreza para los países frágiles son poco prometedoras
Se prevé que el aumento de los ingresos per cápita en los países de ingreso bajo permanecerá estable y llegará a un promedio del 2,9 % en 2021-22. Este ritmo es insuficiente para generar avances considerables en la reducción de la pobreza, ya que el crecimiento en los países de ingreso bajo suele ser poco inclusivo, y este no se traduce en un alto nivel de reducción de la pobreza. Además, se proyecta que los ingresos per cápita entre los países de ingreso bajo frágiles —donde la incidencia de la pobreza extrema es a menudo mayor— aumentarán solo un 1 %. Como consecuencia, el número de personas que viven por debajo de la línea internacional de pobreza de USD 1,90 al día seguirá siendo elevado, y se espera que aumentará entre los países de ingreso bajo frágiles.
3. Las inquietudes respecto de la sostenibilidad de la deuda son un riesgo adverso para los pronósticos
Se estima que la deuda pública de los países de ingreso bajo llegó al 55 % del PIB el año pasado, un aumento de 19 puntos porcentuales desde 2013. Según el Marco de la Sostenibilidad de la Deuda elaborado conjuntamente por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), 12 de 28 países de ingreso bajo se encuentran en situación de sobreendeudamiento o en alto riesgo de estarlo. El mayor acceso a deudas basadas en el mercado más costosas —que se refleja en el aumento de la creciente proporción de deudas contraídas en condiciones no concesionarias— está también aumentando la exposición de los Gobiernos de los países de ingreso bajo a los riesgos relacionados con las tasas de interés y el refinanciamiento.
4. La dependencia en la agricultura y una infraestructura menos resiliente aumenta la vulnerabilidad de los países de ingreso bajo a los desastres naturales
Los desastres naturales relacionados con fenómenos climáticos extremos cada vez más frecuentes, tales como inundaciones o sequías graves y prolongadas, siguen siendo un riesgo importante para numerosos países de ingreso bajo, ya que la producción agrícola a menudo representa una alta proporción del valor agregado en los países y la infraestructura es normalmente menos resiliente que en economías más desarrolladas.