En el pulmón existen diferentes tipos de células que pueden causar diferentes tipos de cáncer. El cáncer empieza cuando alguna de estas células crece de forma desordenada y sin control, debido a un daño en su material genético. Los tumores son el resultado del acúmulo de estas células que pueden crecer de forma local (pulmón) o invadir otros órganos (metástasis).
El cáncer de pulmón puede presentarse en los estadios iniciales como un hallazgo casual en un paciente asintomático, al realizar algún tipo de exploración médica con otros fines. En otras ocasiones puede presentar síntomas comunes a otras enfermedades y tardar tiempo en atribuirlos al cáncer.
Entre los síntomas más frecuentes está la tos persistente o crónica, que puede asociarse a la expectoración de sangre o de moco. En muchos casos se observa aparición de dolor con los movimientos respiratorios, que con frecuencia se asocia a disnea o dificultad para respirar.
La presencia de infecciones respiratorias como bronquitis o neumonía que no mejoran tras realizar el tratamiento adecuado, pueden ser síntomas de esta enfermedad. También puede asociarse la ronquera o cambios en el tono de la voz. En algunas ocasiones, los síntomas que se presentan son generalizados y menos específicos, como: cansancio, dolor de huesos, pérdida de apetito, pérdida de peso o fiebre persistente sin un origen claro.
Se conocen algunos factores de riesgo relacionados con la aparición de cáncer de pulmón, pero no son causantes exclusivos, por eso algunas personas con factores de riesgo conocidos no desarrollan nunca la enfermedad y otras personas sin aparentes factores de riesgo la desarrollan (mutaciones o cambios en los genes de causa no conocida). El principal factor de riesgo es el tabaco.
El humo del tabaco daña el material genético de las células pulmonares. Por ello, la exposición regular al humo del tabaco puede aumentar el riesgo de desarrollar cáncer, incluso en aquellas personas que no fuman (fumadores pasivos).
Otros factores de riesgo conocidos, son la exposición a contaminación ambiental, radiaciones ionizante, fibras de asbesto, gas radón, falta de vitaminas antioxidantes como la A y E en la dieta o las enfermedades pulmonares crónicas (bronquitis crónica o la fibrosis pulmonar).
En la actualidad, hay muchas investigaciones que tienen como objetivos mejorar el diagnóstico precoz mediante la coordinación de los diferentes equipos implicados y personalizar los tratamientos mediante el análisis de las diferentes características del tumor de cada paciente.
Tratamiento. El tratamiento del cáncer de pulmón se basa en tres pilares fundamentales: cirugía, quimioterapia y radioterapia. Según el tipo de tumor y su situación en el momento del diagnóstico (estadio), el mejor tratamiento para cada paciente podrá ser solo uno de ellos, la combinación de dos o los tres tipos de terapia.
A estos se les pueden añadir otros tratamientos para mejorar la calidad de vida (control del dolor, uso de oxígeno en casa, soporte nutricional, terapia física, grupos de apoyo o terapia psicológica, entre otros).
La prevención es la principal arma contra esta enfermedad; y la principal medida es la eliminación del hábito tabáquico: las personas fumadoras pueden disminuir el riesgo si dejan de fumar.
Evitar el contacto con carcinógenos ambientales y mantener una dieta equilibrada también son elementos de prevención importantes.