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Un nuevo plan para apoyar la lucha contra el cambio climático en el mundo árabe
Escrito el 24 nov 2016
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Debido al cambio climático, los fenómenos meteorológicos extremos constituyen la nueva normalidad en la región de Oriente Medio y Norte de África (MENA). A medida que las temperaturas mundiales aumenten, este incremento será más rápido en MENA y esta región, la más calurosa y árida del planeta, enfrentará condiciones climáticas aún más difíciles.
En la actualidad, los recursos hídricos renovables per cápita llegan a 1000 m3 en MENA, en comparación con 4500 m3 en Asia oriental y 9000 m3 en Estados Unidos. Las demandas contrapuestas provenientes de la agricultura, el crecimiento poblacional y la rápida urbanización ejercen una gran presión sobre los escasos recursos hídricos de la región.
El cambio climático empeorará la situación. La menor cantidad de precipitaciones y la duración más prolongada de las sequías harán sentir sus efectos, y la región tendrá dificultades para responder a la demanda básica de agua.
Con un aumento de la temperatura de 2 °C, se prevé que las lluvias disminuyan entre un 20 % y un 40 % en MENA. La mayor escasez de agua tendrá un impacto económico, y se estima que el crecimiento disminuirá entre un 6 % y un 14 % para 2050. Pero el impacto variará, provocando los mayores daños a las economías más pobres que se basan en la agricultura. Las comunidades que tienen menos recursos para enfrentar los efectos del cambio climático serán las más afectadas.
La disminución de la producción agrícola aumentará el desempleo rural, obligando a un gran número de personas a migrar hacia ciudades con grandes cantidades de población. Las olas de calor, la contaminación atmosférica y el polvo de la degradación de la tierra y la desertificación empeorarán en las zonas urbanas. Se estima que el número de días con temperaturas excepcionalmente altas aumentará de un promedio anual de 4 días a más de 62 días en la ciudad de Ammán (Jordania). Por último, el aumento del nivel del mar causará inundaciones cada vez graves en las zonas costeras y los deltas que atraviesan por un rápido proceso de urbanización, y provocará el ingreso de agua salada en los acuíferos costeros, afectando la calidad del agua para beber y para riego.
Los países de la región son conscientes de los desafíos y han comenzado a tomar medidas para proteger a sus habitantes, comunidades y medios de subsistencia. Todos los países de la región, excepto Siria, han presentado un plan de cómo se adaptarán a la nueva realidad climática y de qué manera contribuirán a las metas establecidas en el Acuerdo de París sobre la reducción de las emisiones y la desaceleración del aumento de las temperaturas mundiales.
Pero los problemas son enormes. Para enfrentar el cambio climático, es necesario que se produzcan transformaciones en todos los segmentos de la sociedad. En vista de los riesgos y la necesidad de acción, el Grupo Banco Mundial puso en marcha un plan para ayudar a los países a adaptarse a la presente realidad y a planificar para encarar lo que se avecina.
Con el fin de ayudar a los países a implementar sus planes nacionales, el Plan de Acción sobre el Cambio Climático para la región de MENA apunta a duplicar el financiamiento del Grupo Banco Mundial que respalda las medidas relativas al cambio climático, lo que significa una meta de USD 1500 millones anuales. El plan se concentrará en tres áreas principales:
En todos estos esfuerzos, se prestará especial atención a los pobres, que son los más vulnerables a las perturbaciones del calentamiento del planeta, y otros grupos —como las comunidades costeras y aquellas amenazadas por la degradación del suelo y la desertificación—, cuyos medios de subsistencia dependen de ecosistemas que serán especialmente afectados.
“Hay mucho que se puede hacer para adaptarse al desafío del cambio climático”, dijo Hafez Ghanem, vicepresidente de la Oficina Regional de Oriente Medio y Norte de África (MENA) del Grupo Banco Mundial. “Teniendo en cuenta cuán severamente se verá afectada la región de MENA, el Banco Mundial ha adquirido cinco compromisos con la región y sus habitantes”. Concretamente, el Banco Mundial se propone:
De la misma manera que fomenta la seguridad hídrica y alimentaria, el Banco Mundial apoyará las prácticas agrícolas, como el riego por goteo, para extraer menos agua subterránea, así como otras técnicas de abastecimiento de agua y saneamiento, a fin de desperdiciar un menor volumen de agua y reutilizarla en mayor cantidad. Los primeros proyectos se implementarán en Iraq y Palestina en 2017 y promoverán un mejoramiento de la gestión de los recursos hídricos en contextos con bajos niveles de conflicto, mejorando al mismo tiempo la calidad y la eficiencia del abastecimiento de agua y los servicios de alcantarillado.
Para ayudar a aumentar la resiliencia de las ciudades, el Banco Mundial tratará de repetir en Marruecos su labor en materia de gestión del riesgo de desastres, con el desarrollo de sistemas de alerta temprana, programas de protección contra las inundaciones y la introducción de un seguro nacional contra riesgos de desastre. En Beirut, a través de un proyecto de transporte rápido por autobús se amplía la red urbana de autobuses y se crean carriles especiales para los mismos y, de esta manera, se disminuye la necesidad de usar automóviles privados y se reduce la contaminación atmosférica.
Durante miles de años, la región ha encontrado soluciones para enfrentar los cambios en el clima. Las posibles consecuencias, como el aumento de la pobreza y la pérdida de los avances logrados en materia de desarrollo, son ahora mucho más graves. Pero todavía existen soluciones. Estas requerirán liderazgo y compromiso por parte de los países, recursos, innovación y la adopción de prácticas eficaces provenientes de todo el mundo. El nuevo plan permitirá al Banco Mundial encauzar sus recursos y conocimientos mundiales para ayudar a la región a proteger a los más vulnerables y combatir el cambio climático.
En la actualidad, los recursos hídricos renovables per cápita llegan a 1000 m3 en MENA, en comparación con 4500 m3 en Asia oriental y 9000 m3 en Estados Unidos. Las demandas contrapuestas provenientes de la agricultura, el crecimiento poblacional y la rápida urbanización ejercen una gran presión sobre los escasos recursos hídricos de la región.
El cambio climático empeorará la situación. La menor cantidad de precipitaciones y la duración más prolongada de las sequías harán sentir sus efectos, y la región tendrá dificultades para responder a la demanda básica de agua.
Con un aumento de la temperatura de 2 °C, se prevé que las lluvias disminuyan entre un 20 % y un 40 % en MENA. La mayor escasez de agua tendrá un impacto económico, y se estima que el crecimiento disminuirá entre un 6 % y un 14 % para 2050. Pero el impacto variará, provocando los mayores daños a las economías más pobres que se basan en la agricultura. Las comunidades que tienen menos recursos para enfrentar los efectos del cambio climático serán las más afectadas.
La disminución de la producción agrícola aumentará el desempleo rural, obligando a un gran número de personas a migrar hacia ciudades con grandes cantidades de población. Las olas de calor, la contaminación atmosférica y el polvo de la degradación de la tierra y la desertificación empeorarán en las zonas urbanas. Se estima que el número de días con temperaturas excepcionalmente altas aumentará de un promedio anual de 4 días a más de 62 días en la ciudad de Ammán (Jordania). Por último, el aumento del nivel del mar causará inundaciones cada vez graves en las zonas costeras y los deltas que atraviesan por un rápido proceso de urbanización, y provocará el ingreso de agua salada en los acuíferos costeros, afectando la calidad del agua para beber y para riego.
Los países de la región son conscientes de los desafíos y han comenzado a tomar medidas para proteger a sus habitantes, comunidades y medios de subsistencia. Todos los países de la región, excepto Siria, han presentado un plan de cómo se adaptarán a la nueva realidad climática y de qué manera contribuirán a las metas establecidas en el Acuerdo de París sobre la reducción de las emisiones y la desaceleración del aumento de las temperaturas mundiales.
Pero los problemas son enormes. Para enfrentar el cambio climático, es necesario que se produzcan transformaciones en todos los segmentos de la sociedad. En vista de los riesgos y la necesidad de acción, el Grupo Banco Mundial puso en marcha un plan para ayudar a los países a adaptarse a la presente realidad y a planificar para encarar lo que se avecina.
Con el fin de ayudar a los países a implementar sus planes nacionales, el Plan de Acción sobre el Cambio Climático para la región de MENA apunta a duplicar el financiamiento del Grupo Banco Mundial que respalda las medidas relativas al cambio climático, lo que significa una meta de USD 1500 millones anuales. El plan se concentrará en tres áreas principales:
- Promover la seguridad hídrica y alimentaria;
- Garantizar que las ciudades estén preparadas para enfrentar los impactos del cambio climático.
- Reducir las emisiones que contribuyen al calentamiento del planeta, mediante el mejoramiento de la eficiencia energética y la inversión en fuentes de energía renovable como energía solar y eólica; la reducción de la contaminación de la industria, el transporte y los residuos; el secuestro del carbono en la agricultura y las inversiones en agrosilvicultura y preservación de los bosques.
En todos estos esfuerzos, se prestará especial atención a los pobres, que son los más vulnerables a las perturbaciones del calentamiento del planeta, y otros grupos —como las comunidades costeras y aquellas amenazadas por la degradación del suelo y la desertificación—, cuyos medios de subsistencia dependen de ecosistemas que serán especialmente afectados.
“Hay mucho que se puede hacer para adaptarse al desafío del cambio climático”, dijo Hafez Ghanem, vicepresidente de la Oficina Regional de Oriente Medio y Norte de África (MENA) del Grupo Banco Mundial. “Teniendo en cuenta cuán severamente se verá afectada la región de MENA, el Banco Mundial ha adquirido cinco compromisos con la región y sus habitantes”. Concretamente, el Banco Mundial se propone:
- Aumentar del 18 % al 30 % el financiamiento que proporciona para apoyar medidas climáticas.
- Aumentar de manera considerable el porcentaje del financiamiento climático que se destina a medidas de adaptación y que llega en la actualidad al 28 %. Estas medidas incluyen: promover prácticas agrícolas inteligentes en relación con el clima (menos consumo de agua, protección del suelo y captura de carbono), y desarrollar redes de protección social para ayudar a quienes pierden sus empleos debido a los impactos de los fenómenos meteorológicos extremos.
- Apoyar reformas normativas que sienten las bases de un futuro ecológico, entre ellas políticas para promover la diversificación económica, la transición hacia fuentes de energía con bajas emisiones de carbono, el mejoramiento de las regulaciones relacionadas con la gestión de los recursos naturales y la eliminación de los subsidios a los combustibles fósiles que benefician más a los ricos que a los pobres y fomentan un consumo innecesario de energía.
- Atraer financiamiento privado. Los Gobiernos y el Banco Mundial tienen recursos limitados. Mecanismos como las garantías de inversión pueden impulsar las inversiones privadas en energías renovables y plantas desalinizadoras de agua.
- Respaldar la acción colectiva dirigida a aumentar la seguridad en cuestiones transfronterizas fundamentales, como la gestión del agua y la integración del mercado energético.
De la misma manera que fomenta la seguridad hídrica y alimentaria, el Banco Mundial apoyará las prácticas agrícolas, como el riego por goteo, para extraer menos agua subterránea, así como otras técnicas de abastecimiento de agua y saneamiento, a fin de desperdiciar un menor volumen de agua y reutilizarla en mayor cantidad. Los primeros proyectos se implementarán en Iraq y Palestina en 2017 y promoverán un mejoramiento de la gestión de los recursos hídricos en contextos con bajos niveles de conflicto, mejorando al mismo tiempo la calidad y la eficiencia del abastecimiento de agua y los servicios de alcantarillado.
Para ayudar a aumentar la resiliencia de las ciudades, el Banco Mundial tratará de repetir en Marruecos su labor en materia de gestión del riesgo de desastres, con el desarrollo de sistemas de alerta temprana, programas de protección contra las inundaciones y la introducción de un seguro nacional contra riesgos de desastre. En Beirut, a través de un proyecto de transporte rápido por autobús se amplía la red urbana de autobuses y se crean carriles especiales para los mismos y, de esta manera, se disminuye la necesidad de usar automóviles privados y se reduce la contaminación atmosférica.
Durante miles de años, la región ha encontrado soluciones para enfrentar los cambios en el clima. Las posibles consecuencias, como el aumento de la pobreza y la pérdida de los avances logrados en materia de desarrollo, son ahora mucho más graves. Pero todavía existen soluciones. Estas requerirán liderazgo y compromiso por parte de los países, recursos, innovación y la adopción de prácticas eficaces provenientes de todo el mundo. El nuevo plan permitirá al Banco Mundial encauzar sus recursos y conocimientos mundiales para ayudar a la región a proteger a los más vulnerables y combatir el cambio climático.