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La paz de Colombia puede conducir a un crecimiento económico inclusivo
Escrito el 30 sep 2016
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La paz está al alcance de Colombia. Poner fin a un conflicto armado que se ha apoderado del país por más de 50 años y ha afectado la vida de tres generaciones, es más que una buena noticia para los colombianos. Una paz duradera será la base sólida para el progreso contra la pobreza y para un desarrollo inclusivo, estableciendo un bastión contra las fuerzas que originan la violencia.
Por décadas, Colombia ha estado atrapada en un ambiente de violencia arraigada en la desigualdad, la pobreza y en instituciones locales débiles que el conflicto armado sólo ha empeorado. Con el recién anunciado acuerdo de paz, el país está más cerca que nunca de poner fin a este círculo vicioso, y de iniciar el largo y difícil proceso de transformación y desarrollo territorial.
Hasta ocho millones de personas han sido afectadas directamente por el conflicto y más de cinco millones han sido desplazadas internamente. Estas víctimas están entre los ciudadanos más pobres y vulnerables de Colombia. Se estima que los desplazados internos representan la mitad de las personas en extrema pobreza en Colombia. No tienen acceso a una vivienda digna, educación de calidad ni oportunidades económicas.
Y Colombia se enfrenta a enormes retos para compensar y reintegrar a esta población.
La etapa del posconflicto traerá consigo retos, pero también será un período de oportunidades para abordar importantes asuntos pendientes tales como el desigual desarrollo territorial, la equidad y la pobreza extrema.
Ahora será crítico para Colombia apoyar la estabilidad y construir la confianza de las víctimas a través de la prestación efectiva de servicios sociales. La reconstrucción del tejido social permitirá que todos los colombianos comiencen a darse cuenta de su potencial. Alcanzar el potencial pleno del país requerirá la participación de todos, de cada región, de todas las partes de la sociedad.
El Banco Mundial ha estado trabajando con Colombia para construir una estrategia de desarrollo que beneficie a los pobres y colaborar con el país para aprovechar las posibilidades que trae la paz. En los últimos años, hemos trabajado para construir y mejorar la actividad económica y los servicios públicos en las regiones menos desarrolladas y en las afectadas por el conflicto, con un enfoque especial en las necesidades de las víctimas a través del Proyecto Reparación Colectiva de Víctimas.
A principios de este año, tuve la oportunidad de ver el potencial de este enfoque cuando visité la comunidad afrodescendiente de Guacoche, al norte de Colombia. Esta sufrió extrema violencia por parte de grupos paramilitares en la década de los 90 y se está beneficiando de los esfuerzos del Gobierno en la reconstrucción del tejido social, compensación económica, restitución de tierras, rehabilitación y seguridad personal de las víctimas. Esta forma de reparación colectiva sirve como un ejemplo para otros esfuerzos en el país y en el mundo donde los conflictos similares se enconan.
La construcción de una paz estable también requerirá un enfoque en la infraestructura vital: los servicios de agua y saneamiento, electrificación, transporte y la revitalización del segundo puerto más grande (Buenaventura),-todo lo cual beneficiará a una comunidad predominantemente afrodescendiente y a una gran población de desplazados.
La agenda de desarrollo del posconflicto seguirá siendo el centro de nuestra alianza con Colombia, que se enfoca en apoyar los esfuerzos del país para mantener y fortalecer el desarrollo, tales como movilidad social, desarrollo territorial, productividad y política macroeconómica.
La experiencia internacional ofrece algunos ejemplos positivos de negociaciones exitosas y de transiciones a la paz después de largos períodos de conflicto. Aceh en Indonesia y Mindanao en Filipinas son dos casos en los que los gobiernos nacionales usaron a la comunidad internacional para apoyar las bases de la estabilidad y para hacer frente a los objetivos de desarrollo a largo plazo.
En su larga historia de trabajo con los países en etapas de posconflicto, el Grupo del Banco Mundial ha elaborado una serie de lecciones claves. Éstas incluyen:
Las autoridades colombianas han esbozado un camino seguro para la transición del conflicto a la paz. Y nosotros en la comunidad internacional estamos listos para a apoyar un plan de paz y de desarrollo integral que contempla abordar algunas de las causas fundamentales de la violencia.
La paz y el desarrollo van de la mano -una agenda de desarrollo fuerte y sostenible es fundamental para el éxito continuo-. La paz en Colombia ofrece una oportunidad para demostrarle al mundo que es posible sanar a través de la inclusión y el desarrollo equitativo.
Por décadas, Colombia ha estado atrapada en un ambiente de violencia arraigada en la desigualdad, la pobreza y en instituciones locales débiles que el conflicto armado sólo ha empeorado. Con el recién anunciado acuerdo de paz, el país está más cerca que nunca de poner fin a este círculo vicioso, y de iniciar el largo y difícil proceso de transformación y desarrollo territorial.
Hasta ocho millones de personas han sido afectadas directamente por el conflicto y más de cinco millones han sido desplazadas internamente. Estas víctimas están entre los ciudadanos más pobres y vulnerables de Colombia. Se estima que los desplazados internos representan la mitad de las personas en extrema pobreza en Colombia. No tienen acceso a una vivienda digna, educación de calidad ni oportunidades económicas.
Y Colombia se enfrenta a enormes retos para compensar y reintegrar a esta población.
La etapa del posconflicto traerá consigo retos, pero también será un período de oportunidades para abordar importantes asuntos pendientes tales como el desigual desarrollo territorial, la equidad y la pobreza extrema.
Ahora será crítico para Colombia apoyar la estabilidad y construir la confianza de las víctimas a través de la prestación efectiva de servicios sociales. La reconstrucción del tejido social permitirá que todos los colombianos comiencen a darse cuenta de su potencial. Alcanzar el potencial pleno del país requerirá la participación de todos, de cada región, de todas las partes de la sociedad.
El Banco Mundial ha estado trabajando con Colombia para construir una estrategia de desarrollo que beneficie a los pobres y colaborar con el país para aprovechar las posibilidades que trae la paz. En los últimos años, hemos trabajado para construir y mejorar la actividad económica y los servicios públicos en las regiones menos desarrolladas y en las afectadas por el conflicto, con un enfoque especial en las necesidades de las víctimas a través del Proyecto Reparación Colectiva de Víctimas.
A principios de este año, tuve la oportunidad de ver el potencial de este enfoque cuando visité la comunidad afrodescendiente de Guacoche, al norte de Colombia. Esta sufrió extrema violencia por parte de grupos paramilitares en la década de los 90 y se está beneficiando de los esfuerzos del Gobierno en la reconstrucción del tejido social, compensación económica, restitución de tierras, rehabilitación y seguridad personal de las víctimas. Esta forma de reparación colectiva sirve como un ejemplo para otros esfuerzos en el país y en el mundo donde los conflictos similares se enconan.
La construcción de una paz estable también requerirá un enfoque en la infraestructura vital: los servicios de agua y saneamiento, electrificación, transporte y la revitalización del segundo puerto más grande (Buenaventura),-todo lo cual beneficiará a una comunidad predominantemente afrodescendiente y a una gran población de desplazados.
La agenda de desarrollo del posconflicto seguirá siendo el centro de nuestra alianza con Colombia, que se enfoca en apoyar los esfuerzos del país para mantener y fortalecer el desarrollo, tales como movilidad social, desarrollo territorial, productividad y política macroeconómica.
La experiencia internacional ofrece algunos ejemplos positivos de negociaciones exitosas y de transiciones a la paz después de largos períodos de conflicto. Aceh en Indonesia y Mindanao en Filipinas son dos casos en los que los gobiernos nacionales usaron a la comunidad internacional para apoyar las bases de la estabilidad y para hacer frente a los objetivos de desarrollo a largo plazo.
En su larga historia de trabajo con los países en etapas de posconflicto, el Grupo del Banco Mundial ha elaborado una serie de lecciones claves. Éstas incluyen:
- Las inversiones se deben adaptar a los contextos regionales y locales para construir credibilidad y propiedad.
- Los resultados rápidos ayudan a establecer las bases para la estabilidad y el cambio en el mediano plazo.
- El gobierno debe participar en la construcción de la confianza pública.
- Incluir a los ciudadanos y a agentes no estatales relevantes en las decisiones y en la asignación de recursos amplía la propiedad, mejora la precisión de los programas de intervención y fortalece la confianza.
- Las encuestas periódicas son esenciales para medir el progreso y el impacto.
Las autoridades colombianas han esbozado un camino seguro para la transición del conflicto a la paz. Y nosotros en la comunidad internacional estamos listos para a apoyar un plan de paz y de desarrollo integral que contempla abordar algunas de las causas fundamentales de la violencia.
La paz y el desarrollo van de la mano -una agenda de desarrollo fuerte y sostenible es fundamental para el éxito continuo-. La paz en Colombia ofrece una oportunidad para demostrarle al mundo que es posible sanar a través de la inclusión y el desarrollo equitativo.