Noticia Anterior
Sinceridad fiscal
Escrito el 22 jun 2016
Comment: 0
Por: Lic. Félix Santana García
[email protected]
Pasadas las elecciones nacionales se retoma con fuerza el manoseado tema de la reforma fiscal, de la cual solo se persigue realmente aplicar otro parche tributario o el simple cobro de más impuestos sin tomar en consideración las consecuencias negativas que esta podría acarrear a la población más vulnerable y al erario mismo.
Dadas las debilidades que presentan las finanzas dominicanas por causa de las malas administraciones de la cosa pública que en los últimos veinte años ha tenido la República Dominicana, las autoridades se apresuran en gestionar más ingresos a través de nuevas recaudaciones.
De esto se puede colegir que lo único que les interesa a las autoridades dominicanas es corregir los entuertos, fallos, errores pero nunca buscar las verdaderas causas o el meollo que ha dado origen a tal situación, para erradicar el mal desde sus orígenes.
Seguirán pasando años más años de administración cortoplacista y se repetirá la misma historia una y otra vez sin que se extraiga el mal de cuajo ya que a través de la improvisación, de la desorganización del simplismo siempre se benefician los más hábiles haciendo a los demás los más tontos útiles o descerebrados.
Las autoridades con su poder de manejar o influir en los distintos medios de comunicación han llevado a pensar a algunos sectores de la vida nacional que se requiere dicha reforma fiscal, de manera nominal y no real, no obstante ciertos sectores revelarse que si la misma no se realiza tomando en cuenta la política de ingresos como la política de gastos no valdría la pena embarcarse en llevar a cabo la misma.
Se ha llegado al extremo de que algunos sectores plantean que de no tomarse en cuenta tanto los gastos como los ingresos para sus ajustes se oponen a participar de este nuevo engaño.
Las autoridades del partido en el gobierno siempre se las han ingeniado para imponer sus criterios haciendo prevalecer que se cobre más impuestos pero sin revisar la estructura de gastos del mismo gobierno y mucho menos sin tomar en consideración la calidad o eficiencia de este.
En la semana recién transcurrida se despachó un importante e influyente ministro del tren gubernamental expresando que todo el país reclama, pide a voces, de forma de desesperada, se diría que hasta con altoparlantes, vallas, cartelones y marchas en las principales vías de mayor circulación vehicular que celebré y apruebe una reforma fiscal.
Qué bueno y fácil es expresar desde los pasillos palaciegos y en pleno disfrute de las mieles del poder que se aprueben más recaudaciones, que se extraiga más dinero de los bolsillos de los menos pudientes, ya que el sistema tributario dominicano es totalmente regresivo ya que a mayor ganancia o mayor renta, menor el porcentaje de impuestos que debe pagarse sobre el total de la base imponible.
Las reformas a los tributos que se han llevado a cabo siempre han perseguido extraer mayor cantidad de dinero a los más necesitados que a los más pudientes.
De ahí, que como hasta lo mucho Dios lo ve, empresarios y comerciantes privilegiados han expresado como remordimiento de conciencia que se cobre más impuestos a los que más ganan.
Se podrá decir que las actuales autoridades ante los ojos de todos los dominicanos tratando de que no se les acuse de falta de transparencia han aplicado esta de forma parcial pero no han podido demostrar que el gasto haya sido de calidad o que este haya sido evaluado positivamente desde el punto de vista de su eficiencia al no distribuir equitativamente los ingresos entre las comunidades o grupos de ciudadanos más necesitados.
Lo que siempre se ha comprobado es que la mayor parte de las recaudaciones percibidas por los gobiernos del PLD, que a propósito, han sido la de mayor volumen y valor, en toda la historia dominicana, pero no han sido aplicadas con la justicia y equidad esperadas.
Tal como se ejecuta en naciones más avanzadas que la República Dominicana se habla de que se debe institucionalizar el país, es decir, que haya respeto por las leyes, que haya respecto por las normas, reglas, procedimientos y que se aplique un verdadero control en los niveles de gastos y endeudamiento que comprometen las finanzas o la aplicación de una ley de responsabilidad fiscal.
Pero todo cae en el vacío ya que así como no se aprueban importantes leyes que limitarán o restringirán el accionar de las autoridades en significativas decisiones públicas, así se evita que haya control en el manejo de los recursos que administra el gobierno a los fines de seguir teniendo las manos libres para hacer y deshacer desde el punto de vista de preservar el poder.
Hasta que no prime la buena voluntad, hasta que no haya conciencia, hasta que no haya visión de futuro, hasta que las autoridades no se reinventen o modifiquen su forma de pensar y actuar y si no impera la sinceridad en la ejecución de los gastos publicos no se podrá llegar a ningún punto de equidad y eficiencia en el manejo del presupuesto público.
Dejen de engañarse a sí mismo y engañar a los demás y pongan los pies sobre la tierra, pues se recordará que para hacer ley cualquier iniciativa en la nación dominicana siempre se toma más de diez años por los tantos y tantos intereses encontrados.
A las autoridades solo les interesa poner al pueblo dominicano a trabajar y manejar gran parte de los exiguos ingresos que perciben los trabajadores para llenar su ego y satisfacer sus intereses particulares de mantenerse en el poder no importa la forma, manteniendo en el oscurantismo a todos los dominicanos.
[email protected]
Pasadas las elecciones nacionales se retoma con fuerza el manoseado tema de la reforma fiscal, de la cual solo se persigue realmente aplicar otro parche tributario o el simple cobro de más impuestos sin tomar en consideración las consecuencias negativas que esta podría acarrear a la población más vulnerable y al erario mismo.
Dadas las debilidades que presentan las finanzas dominicanas por causa de las malas administraciones de la cosa pública que en los últimos veinte años ha tenido la República Dominicana, las autoridades se apresuran en gestionar más ingresos a través de nuevas recaudaciones.
De esto se puede colegir que lo único que les interesa a las autoridades dominicanas es corregir los entuertos, fallos, errores pero nunca buscar las verdaderas causas o el meollo que ha dado origen a tal situación, para erradicar el mal desde sus orígenes.
Seguirán pasando años más años de administración cortoplacista y se repetirá la misma historia una y otra vez sin que se extraiga el mal de cuajo ya que a través de la improvisación, de la desorganización del simplismo siempre se benefician los más hábiles haciendo a los demás los más tontos útiles o descerebrados.
Las autoridades con su poder de manejar o influir en los distintos medios de comunicación han llevado a pensar a algunos sectores de la vida nacional que se requiere dicha reforma fiscal, de manera nominal y no real, no obstante ciertos sectores revelarse que si la misma no se realiza tomando en cuenta la política de ingresos como la política de gastos no valdría la pena embarcarse en llevar a cabo la misma.
Se ha llegado al extremo de que algunos sectores plantean que de no tomarse en cuenta tanto los gastos como los ingresos para sus ajustes se oponen a participar de este nuevo engaño.
Las autoridades del partido en el gobierno siempre se las han ingeniado para imponer sus criterios haciendo prevalecer que se cobre más impuestos pero sin revisar la estructura de gastos del mismo gobierno y mucho menos sin tomar en consideración la calidad o eficiencia de este.
En la semana recién transcurrida se despachó un importante e influyente ministro del tren gubernamental expresando que todo el país reclama, pide a voces, de forma de desesperada, se diría que hasta con altoparlantes, vallas, cartelones y marchas en las principales vías de mayor circulación vehicular que celebré y apruebe una reforma fiscal.
Qué bueno y fácil es expresar desde los pasillos palaciegos y en pleno disfrute de las mieles del poder que se aprueben más recaudaciones, que se extraiga más dinero de los bolsillos de los menos pudientes, ya que el sistema tributario dominicano es totalmente regresivo ya que a mayor ganancia o mayor renta, menor el porcentaje de impuestos que debe pagarse sobre el total de la base imponible.
Las reformas a los tributos que se han llevado a cabo siempre han perseguido extraer mayor cantidad de dinero a los más necesitados que a los más pudientes.
De ahí, que como hasta lo mucho Dios lo ve, empresarios y comerciantes privilegiados han expresado como remordimiento de conciencia que se cobre más impuestos a los que más ganan.
Se podrá decir que las actuales autoridades ante los ojos de todos los dominicanos tratando de que no se les acuse de falta de transparencia han aplicado esta de forma parcial pero no han podido demostrar que el gasto haya sido de calidad o que este haya sido evaluado positivamente desde el punto de vista de su eficiencia al no distribuir equitativamente los ingresos entre las comunidades o grupos de ciudadanos más necesitados.
Lo que siempre se ha comprobado es que la mayor parte de las recaudaciones percibidas por los gobiernos del PLD, que a propósito, han sido la de mayor volumen y valor, en toda la historia dominicana, pero no han sido aplicadas con la justicia y equidad esperadas.
Tal como se ejecuta en naciones más avanzadas que la República Dominicana se habla de que se debe institucionalizar el país, es decir, que haya respeto por las leyes, que haya respecto por las normas, reglas, procedimientos y que se aplique un verdadero control en los niveles de gastos y endeudamiento que comprometen las finanzas o la aplicación de una ley de responsabilidad fiscal.
Pero todo cae en el vacío ya que así como no se aprueban importantes leyes que limitarán o restringirán el accionar de las autoridades en significativas decisiones públicas, así se evita que haya control en el manejo de los recursos que administra el gobierno a los fines de seguir teniendo las manos libres para hacer y deshacer desde el punto de vista de preservar el poder.
Hasta que no prime la buena voluntad, hasta que no haya conciencia, hasta que no haya visión de futuro, hasta que las autoridades no se reinventen o modifiquen su forma de pensar y actuar y si no impera la sinceridad en la ejecución de los gastos publicos no se podrá llegar a ningún punto de equidad y eficiencia en el manejo del presupuesto público.
Dejen de engañarse a sí mismo y engañar a los demás y pongan los pies sobre la tierra, pues se recordará que para hacer ley cualquier iniciativa en la nación dominicana siempre se toma más de diez años por los tantos y tantos intereses encontrados.
A las autoridades solo les interesa poner al pueblo dominicano a trabajar y manejar gran parte de los exiguos ingresos que perciben los trabajadores para llenar su ego y satisfacer sus intereses particulares de mantenerse en el poder no importa la forma, manteniendo en el oscurantismo a todos los dominicanos.