Columnista: Oscar Müller Creel

¿Se extingue la humanidad?

Viendo hacia arriba en la habitación donde me encuentro, reflexiono sobre si, con un lápiz de punta afilada como una aguja, hiciera una línea siguiendo las orillas del techo y si esta fuera la historia de nuestro planeta, la presencia de la humanidad en él, sería menor al espacio que abarcaría un punto dejado con ese afilado lápiz.

En realidad, representamos tan poco para la historia de este pedazo de piedra en el universo, que somos infinitesimales frente a ella. Nuestros directos antepasados Neanderthal y Cromañón, aparecieron en la faz de este planeta hace apenas 100,000 años y las civilizaciones que reconocemos como representantes de nuestra cultura se remontan aproximadamente a 6000 años.

Pero la historia geológica del planeta viene desde el tiempo en que era una nebulosa, que calculan los científicos en unos 4,540,000,000 de años y pienso que se puede dimensionar esa gran diferencia, con un simple conteo de los dígitos que contienen esas cifras.

También recordé aquella ocasión, hace más de 20 años, en que pertenecía a un club Rotario y era responsable de los jóvenes que salían de intercambio a otros países, con el fin de promover el intercambio de culturas y el entendimiento entre las personas.

En esa ocasión viajamos en un autobús por la sierra de Chihuahua, el vehículo estaba llenos de jóvenes de muy distintos países, todos ellos de un programa de intercambio; nos acompañaba un Rotario que había llegado de Japón, para conocer la manera funcionaba el intercambio de los jóvenes que nos llegaban de otros países.

Recorríamos las montañas. Grandes y poco pobladas tierras, cubiertas de pinares, que eran contempladas por nuestro amigo nipón con admiración y yo pensaba lo extraordinario que aquello debía ser para él, viniendo de un país en el que el mínimo pedazo de tierra es aprovechado.

Así empecé a ver aquellos pinares, cuyas puntas eran levemente movidas por la brisa y reflexionaba sobre la paciencia que la naturaleza tiene para hacer su trabajo, pueden pasar centenares de años para que un bosque como aquellos se forme, pero a los árboles, poco les interesa el tiempo, ellos crecen a su ritmo y nos brindan el hermoso espectáculo de su danzante verdor.

Hombre y naturaleza, dos formas de vida que se enfrentan en una lucha que parece solo puede tener un resultado, nosotros perderemos ese enfrentamiento, la naturaleza tiene a su favor el tiempo y la paciencia de los que nosotros carecemos, vivimos una vida acelerada y, los más triste, en una constante y enfermiza fatiga por tener más que los otros, esa especie de maligna enfermedad del ser humano que se refleja en la codicia que nos lleva a desear los de los demás e inclusive a matar por el deseo de tener lo que a otros pertenece.

Los seres humanos pensamos que el planeta somos nosotros, porque lo utilizamos para nuestra satisfacción que, ahora y cada vez más, se vuelve insaciable y en esa carrera estamos acabando con lo que nos es útil de esta isla en la que vivimos.

- Estamos acabando con el planeta – dicen muchos, esa expresión sólo refleja la profunda soberbia de nosotros los humanos, el planeta no se acaba, el planeta es esa línea que bordea todo el techo del cuarto donde estoy y nosotros somos un mísero puntito en esa gran línea. ¡Lo que se acaba es la humanidad!

Así que, si hoy vemos temperatura nunca registradas en Kuwait; granizadas como nunca se habían presentado en Jalisco, México; terremotos por toda la superficie del globo o fríos árticos en el medio oeste norteamericano, solo estamos siendo testigos de la reacción de un organismo vivo que quiere acabar con las bacterias que le están atacando.

¿Podremos reaccionar y salvarnos o será ya demasiado tarde? los científicos y organismos internacionales especializados en la materia, empiezan a inclinarse por la segunda opción, es momento que reflexionemos y cambiemos nuestros hàbitos,

Escrito el 2019-07-15 02:24:40
Oscar Müller Creel

Oscar Müller Creel