Columnista: David Torres

El ‘ilimitado acoso’ es hacia los migrantes

David Torres

Si alguien puede sentirse acosado en este preciso momento por el que atraviesa la historia de Estados Unidos es el migrante, sobre todo el hispano.

Por eso extraña sobremanera que desde su posición privilegiada, el actual ocupante de la Casa Blanca ahora eleve una airada queja en el sentido de que hay un “ilimitado acoso” en su contra como presidente, en el momento en que el Congreso se dispone a investigar sus finanzas, una zona oscura que el mandatario no ha querido aclarar, quizá creyendo que el concepto de rendición de cuentas en esta democracia no aplica a su función pública.

Pero él mismo debe recordar que, gracias a él, al inmigrante más vulnerable se le ha atacado, vilipendiado, satanizado, estereotipado como delincuente, narcotraficante, violador, asesino en serie y toda una letanía de epítetos propios del racismo, la xenofobia y el rechazo, simplemente por ser “el otro”.

Es decir, el acoso hacia los inmigrantes en estos poco más de dos años ha sido flagrante e inocultable. Y la historia, por supuesto, ya tiene registro de ello. Su más reciente discurso sobre el Estado de la Unión está ahí para probarlo.

De tal modo que esta desproporcionada reacción del mandatario, si se compara con lo que su incendiaria retórica ha infligido, desde su campaña, a la imagen y a la vida de millones de migrantes que no le gustan, contrasta con lo que él mismo predica y fomenta en su día a día presidencial.

En suma, desde la más alta esfera del poder estadounidense hasta las bases que hacen eco de esa persecución mediante una lacerante retórica antiinmigrante, se ha querido insistentemente minimizar la participación de las familias migrantes en la estructura económico-social de este país.

Ya sea negando su presencia o sus aportes; aterrorizándoles en lugares de trabajo o vecindarios mediante redadas; condenándoles con violencia porque se les sorprende hablando en su idioma en lugares públicos o porque tienen acento; arrestándoles en las mismas cortes donde tienen sus audiencias de inmigración; obligándoles a limitar sus desplazamientos hacia lugares públicos; forzándoles a cambiar de rutinas para sentirse a salvo cerca de sus familias, incluyendo Dreamers y beneficiarios de TPS; negándoles servicios básicos u orillándoles a no solicitarlos por temor a que su proceso migratorio se vea afectado en el futuro, el acoso hacia la mayoría de migrantes, sobre todo de color y carentes de documentos, ha sido una constante cruel de este gobierno.

Y, sin embargo, nadie se rinde, pues hay que sobrevivir, velar por la familia y seguir garantizando ser la generación de relevo de esta zona geográfica del mundo, con documentos o sin ellos, guste o no. Continuar, en pocas palabras, con el ciclo de vida de esta nación, que ha visto tantos cambios a lo largo de su joven historia.

Nadie sabe si el presidente saldrá bien librado de esta próxima querella sobre la multiplicación de su fortuna y los nexos que haya establecido para afianzarla, amén de sus declaraciones fiscales nunca conocidas, pero en ningún modo puede llamarse “acoso”, cuando se tratataría de una investigación que lleva a cabo no una potencia externa, sino una de las ramas legalmente establecidas en el sistema político que rige toda democracia.

No es lo mismo acosar a minorías o a mujeres, que ser llamado a rendir cuentas por el Congreso; no es lo mismo el terror constante infligido por su política de “cero tolerancia” separando menores migrantes de sus familias, que tener que responder a la nación lo que se le estaría legalmente indagando, sobre todo si hay causa probable.

En fin, entre el delirio de persecución y el sentimiento de culpa se lee entre líneas ya el desenlace de esta comedia política.

Escrito el 2019-02-08 05:26:55
David Torres

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